sábado, 17 de diciembre de 2022

En el Castillo de Lojuela.

La última ruta del módulo I del grupo de senderismo de Casa de Porras se traza por la cabecera del Valle de Lecrín, desde Nigüelas hasta el Castillo de Murchas o de Lojuela; desde el cerro que corona las vistas de el entorno es magnífica. Una mañana de diciembre soleada tras un previo abundante en lluvias que limpiaron y dieron color al paisaje. 

El recorrido comienza en  Nigüelas, localidad recostada al pie del cerro del Zahor y al borde de los tajos del río Torrente. No sólo es la localidad más elevada el Valle de Lecrín, a 931 metros de altitud, sino también la más serrana. Su emplazamiento constituye un espléndido mirador, desde donde se domina prácticamente toda la comarca. 

El Zahor es sólo la primera de una serie de montañas que culminan en los 3.300 metros de altitud del Cerro del Caballo, en cuya cima coinciden los términos municipales de Lanjarón y Nigüelas. 

Nigüelas conserva en su casco urbano la almazara más antigua de España, hoy convertida en museo. Y en las proximidades se encuentra la Falla de Nigüelas, accidente geográfico declarado Monumento Natural.

Bajamos hasta el Río Torrente por el camino de la Pavilla, lugar de encuentro de enamorados. Transcurre junto a una antigua acequia que conduce el agua por los tajos de este río entre dos partidores. Es un tramo del recorrido lleno de encanto. 

Al llegar el río Torrente, en vez de atravesarlo tomamos una vereda muy bonita entre paratas verdes y antiguos muros de piedra. 

Llegamos al río y lo atravesamos, caminando por la margen izquierda. Pasamos bajo un gran puente de piedra caliza y seguimos el camino que ahora conduce a Murchas serpenteando entre almendros, cerezos, olivos y naranjos. Dejamos en un alto a la izquierda el pueblo de Acequias. Y pasamos junto a una fábrica de ladrillos situada en la confluencia del Barranco del Pleito con el río Torrente.

Seguimos bajando el valle del Torrente, junto a huertas de naranjos cargados de naranjas naranjas. Es lo que tiene.  

El sendero nos guía a la población de Murchas, situada a 662 metros de altitud. Tras dejar atrás el mirador hacia Talará y la iglesia, tomaremos una vereda de unos dos kilómetros que nos conduce hasta el Castillo de Lojuela. Es un entorno agrícola donde los naranjos y limoneros se mezclan con olivos centenarios. Y ahora, con aguacates que van sustituyendo poco a poco a los cítricos. 

 

El castillo de Lojuela se encuentra a 600 metros de altitud. Corona un pequeño cerro, que desciende casi verticalmente por uno de sus lados, sobre la margen izquierda del río Dúrcal. Se piensa que fue construido en el siglo XI. En su entorno hay un yacimiento prehistórico, donde se pueden encontrar abundantes restos cerámicos de época ibérica y romana, que se han utilizado incluso en la construcción del tapial del castillo. 

Es de planta poligonal, está formado por dos estructuras bien diferenciadas: una Torre y parte de una muralla.

El topónimo de Lojuela proviene del árabe, y puede significar laja o piedra plana que se usaba para cubrir los terrados de launa; son tejados planos de un característico color gris azulado resultante de la impermeabilización mediante una arcilla o tierra especial denominada láuna. Los terraos son un elemento que confieren gran singularidad a la arquitectura alpujarreña. 

Regresamos a Murchas por otras veredas, pasando por unos terrenos donde se pueden encontrar fósiles de bivalvos y corales. 

Ya solo resta regresar a Nigüelas siguiendo el Torrente. Pero ahora, tras pasar el puente de caliza, tomamos una vereda a la izquierda que nos alza al pueblo por su vega. 

Terminamos esta ruta rural de unos 17 kilómetros y unos 450 metros de desnivel acumulado. 

Feliz Navidad, felices encuentros a todos y todas; y que no os abrume el exceso de lucecitas, purpurinas, azúcar y buenas intenciones. 

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