viernes, 22 de noviembre de 2013

Buenos Aires en la Acequia del Fardes



Recorrer la Acequia del Fardes es una de las excursiones más interesantes dentro del Parque Natural de la Sierra de Hüétor. La iniciamos en el área recreativa de la Fuente de los Potros (Las Mimbres). 

El sendero subirá hasta encontrar, la Acequia del Fardes, que hace de dintel de entrada a la Cueva de los Pastores. Una vez alzados sobre la acequia la seguiremos hacia la derecha. Esta acequia, construida en época nazarí, deriva las aguas desde el nacimiento de este río hasta la Vega de Granada. La acequia recorre las laderas de una pequeña cordillera que ejerce de frontera entre las sierras de Huétor y Arana, donde se encuentra el pico del Majalijar, el más alto de este espacio protegido, con 1.878 metros de altitud.




A su paso genera un paisaje vegetal completamente diferente al del resto de estas sierras, donde, a pesar de estar orientado al sur,  se ha creado un encinar-quejigal en el que incluso crecen arces, lo que genera un bosque que invita a leyendas, que en otoño muestra infinidad de colores rojos y amarillos. Las vistas sobre el valle y el fondo de Sierra Nevada son un espectáculo. Es terreno abonado para el misterio. Los habituales de la sierra afirman que en las horas del crepúsculo se percibe la imagen de los acequieros árabes que cuidaron el cauce durante décadas, e incluso sonidos que recuerdan los pasos de caballerías, algunas de ellas de los ejércitos moros en sus viajes entre Levante y el Reino de Granada.



Dejamos a la derecha  la cueva de los Zapateros y tras tres preciosos kilómetros de recorrido llegamos al final del camino de la acequia; hay que bajar por una terrera hasta llegar a otro arroyo que cruzamos por  un pequeño puente y que lleva hacia el lugar donde estaba el ya desaparecido Cortijo de las Chorreras.



En la antigua era del cortijo disponemos de esplendidas panorámicas de la cordillera que limita las sierras de Huétor y Arana, donde se encuentran los picos más altos del parque natural. Un territorio presidido por el Majalijar, en que también destaca el Alto de la Buitreras y los Tajos de los Halcones y los Garduños.




Por debajo y a la izquierda de la era, sale un sendero que nos llevará, después de atravesar varios puentes y arroyos a uno de los caminos que llevan a las Mimbres. Antes de llegar nos encontramos con una sequoya cuya sedosa corteza abrazamos con cariño. Y atravesamos un bosquecillo de cedros que parece sacado de un cuento infantil. 



Como aún nos queda energía nos vamos caminando hasta Prado Negro.  Esta pequeña localidad es una pedanía de Huetor Santillán.Uno de sus encantos son las cascadas, saltos de agua, pozas y cañones que genera el arroyo de Prado Negro, un humilde curso fluvial afluente del río Fardes, forman uno de los espacios naturales que aún conservan la plenitud de los bosques mediterráneos, con vegetación de ribera con sauces, musgos y helechos en huecos umbríos cargados de verdor, donde la sequía no es más que un mal recuerdo.



Regresamos a la Fuente de los Potros con bellotas en los bolsillos y habiendo pisado las primeras nieves de otoño. Y como estamos en deuda con nuestras piernas, les damos un gustito con una tabla de estiramientos.

Y para entrar en calor y reponer glucosa, la receta que nos da Regina es el dulce y el licor de membrillo.

Troceamos un kilo y medio de carne de membrillo (sin piel ni hueso). La ponemos a cocer en un litro de agua con una rama de canela y medio kilo de azúcar. Una vez cocidos retiramos el membrillo y colamos el agua de la cocción. A esta agua le añadimos un litro de vino tinto y un vaso de anís seco o dulce (a gusto del consumidor). Se mezcla bien y se envasa.

Por otro lado, a la carne de membrillo le añadimos un cuarto de azúcar y le damos un hervor. Se bate bien y se deja enfriar.

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