miércoles, 14 de febrero de 2018

De Nigüelas a Lojuela.


Esta ruta pretende adentrarnos en el Valle de Lecrin, cuando los naranjos comienzan a dar los primeros frutos y los almendros comienzan a florecer.  Es una ruta rural de gran belleza en la que podemos llegar hasta un castillo desde el que se puede contemplar este valle, el Castillo de Murchas o de Lojuela. 

Y celebraremos San Valentin sin acercarnos a un centro comercial; nuestro cariño lo demostraremos en el caminar. Hoy ver acompasar su andar a parejas que atesoran tanto tiempo compartido, genera un placer más intenso que el aroma de las flores del almendro o el sabor de las jugosas naranjas.

El recorrido comienza en  Nigüelas (931 m.). Bajamos hasta el Río Torrente por el camino de la Pavilla, muy propio para los arrumacos de las parejitas.


Caminamos por la margen izquierda.  Pasamos bajo un gran puente de piedra caliza y seguimos el camino que ahora conduce a Murchas serpenteando entre almendros, olivos y naranjos. Pasamos junto a una fábrica de ladrillos situada en la confluencia del Barranco del Pleito con el río Torrente. Un muro muestra la belleza de los ladrillos descartados por diferentes.


El sendero nos guía al pueblo de Murchas y nos remonta por una calle empinada hasta el lugar donde se encuentra una fuente de agua potable y un mirador hacia el  pueblo de Talará y a la Ermita del Santo Cristo que destaca en la loma de enfrente. A nuestros pies, en suave caída, el campo está tapizado de naranjos; como telón de fondo Sierra Nevada.


Dejamos la población de Murchas (662 m.) por unas calles estrechas cercanas a la iglesia y tomamos una vereda de unos 2 km que nos conduce hasta el Castillo de Lojuela.  Allí haremos una parada para contemplar el valle.

Tras regresar a Murchas, tomamos un camino que lleva a Melegis a través de un vergel de naranjos y limoneros.  La distancia entre ambas poblaciones es de unos 2 km. Iremos acompañados del ruido del agua que corre por las numerosas acequias cuyo origen se remonta a la época nazarí.


Terminamos, unos por aquí y otros por allá, en La Puerta del Valle brindando por el cariño. Y es que hay cariños que matan...

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