miércoles, 7 de marzo de 2018

El triángulo de los cuatro ríos.

La lluvia nos ha dado una tregua, que aprovechamos para caminar, además de caudal en nuestros cursos fluviales. Realizamos una ruta circular sencilla de una docena de kilómetros, el perímetro de un triángulo en el que cruzamos cuatro ríos: el Genil y tres afluentes: el Monachil, el Dilar y el Beiro.

Comenzamos el sendero en el Parque Tico Medina y desde ahí tomamos la vía verde que, paralela al río Genil, nos va adentrando en la Vega. A este río que tiene su origen en la laguna de la Mosca, bajo la cara norte del Mulhacén, los árabes lo denominaban Sinnil, (Sin=Mil, Nil=Nilo) poetizado en alusión a los numerosos afluentes que recibe de Sierra Nevada y que, en su confluencia con la Vega de Granada, nada tenía que envidiar al río Nilo.

Parejas de ánades reales parecen reivindicar su lugar en la naturaleza sitiada por lo urbano. Los surcos de las habas y los ajos están anegados. Pronto nos encontramos a la izquierda con el río Monachil pagando su tributo al Genil después de recorrer más de veinticinco kilómetros desde las faldas del Veleta. 


Huele a primavera escondida, jugando a la guerra de guerrillas. Agazapada prepara sus armas para una pronta emboscada a base de brotes verdes y flores de mil colores.

Caminamos hasta llegar al encuentro del Genil con el Beiro, un río repudiado que no parece estar en el acervo cultural e histórico de los habitantes de la ciudad de Granada. Nace en los barrancos y manantiales de Víznar y es un río que solo aflora y atrona en tiempos de tormenta, arrastrando los suelos arcillosos de sus riberas. Procede del vocablo árabe Bayir, que significaba manantial; en mozárabe granadino calificaba a una persona de ‘taciturno’ y ‘oscuro’.


Seguimos caminando y pronto atravesamos el río Genil por un puente metálico. Estamos en la desembocadura del Dilar. Cruzamos ahora este río por un segundo puente metálico para caminar hacia Purchil. Buscamos el Puente de los Franceses del siglo XIX. Antes bajo él pasaba el Dilar; pero su caprichoso curso hizo un meandro y el puente se quedó sin río. Lo custodian un gran nogal y unos saucos, árbol con el que algunos de los senderistas hacían trabucos cuando eran unos críos. Sobre su único ojo de arco rebajado nos detenemos a reponer fuerzas.


Seguimos ahora el curso del Dilar por la margen izquierda (como vamos contracorriente es nuestra derecha). Las aguas son más lechosas y claras. La monotonía del camino es rota por los secaderos, las compuertas, los cañaverales y los saltos de agua. El Dilar, al que se conocía como el Seco, nace en Sierra Nevada, en los Lagunillos de la Virgen.

Llegamos a Churriana de la Vega y ya solo resta, para evitar el barro de los caminos, retornar por el carril bici hasta Granada.

Debemos finalizar mandando un beso enorme a los familiares de la senderista Ángela Carvajal que falleció la semana pasada. Gracias por acompasar tus pasos con sonrisas como la que luces, en medio de todos, junto a Fuente Grande.

1 comentario:

Loli Rus dijo...

César, precioso el paseo por la Vega y el triángulo de los 4 ríos, y digo el paseo porque ha sido uno de los senderos más fáciles y cómodos que hemos hecho; para que fuera completo, con el sol de espalda, que es tan agradable.Para mí ha sido muy reconfortante, teniendo en cuenta el tiempo que llevaba sin caminar...muy buena idea (al menos desde mi opinión),el cambio de ruta....sin él,muchos no hubiéramos ido por temor a la lluvia.
Sólo he sentido la ausencia de algun@s amig@s, especialmente Carmen,que tanto lo hubiera disfrutado. Un cordial saludo a todos los senderistas