En esta ruta nos adentramos en el precioso Valle del Castillejo, adornado en esta ocasión por los cerezos en flor.
Desde Güejar bajamos por el Camino del Castañar a la Central Eléctrica “Castillo Nuevo” y al embarcadero. Cruzamos el puente sobre el Genil y comenzamos el ascenso subiendo por una carretera asfaltada.
Pronto termina, una vez andados los doscientos primeros metros, y nos incorporamos al carril que parte a nuestra derecha. Continuamos por esta pista, con vistas a la cola del pantano de Canales, ascendiendo hasta el Cortijo de los Julianes.
Aquí es donde se inicia propiamente la vereda hacia el Castillejo que nos conduce, con una respetable pendiente, hasta la entrada al Barranco del Castillejo. Conforme caminamos por una vereda sombreada por los pinos, nos vamos aproximando al arroyo que baja por el barranco. Cuando estamos al nivel del agua nos topamos con la Fuente del Tío Perrancano.
Qaryat Walyar como llamaron los árabes a la alquería de Güéjar Sierra, contaba con dos fortalezas, una era la Alcazaba, situada en el pueblo, y otra en la que nos encontramos, el Castillejo o la fortaleza de Linza (1.250 m.)
La fortaleza intentó ser defendida por su propietario Tello de Castro, en torno al año 711 frente al ataque de las tropas islámicas, comandadas por Amir-Ben-Abdalá, quien le dio muerte, a las puertas del castillo y se apoderó de este importante baluarte.
Apenas seis años después de la toma definitiva de Granada, por parte de las tropas cristianas, el rey Fernando el Católico mandó que esta y otras fortalezas árabes fuesen derribadas. Sin embargo, la orden no fue llevada a cabo, pues durante las revueltas de los moriscos de las Navidades del año 1500, la fortaleza sirvió de cobijo y protección a más de 2300 sublevados. Fernando e Isabel viajaron de Sevilla a Granada y ordenaron al Capitán general de Granada el Conde de Tendilla y a Gonzalo Fernández de Córdoba ir contra el castillo de Linza, y dirigir sus tropas para sofocar la rebelión. En apenas unas horas consiguieron recuperar la fortaleza para los cristianos.
Después de tomarnos un refrigerio en estos prados con tanta historia, nos asomamos al pantano de Canales y regresamos a Güejar por las mismas veredas.
Esta ruta forma parte de otra más amplia conocida como “El paso de los viajeros románticos” ya que estas veredas se vinculan con ilustres escritores y prestigiosos botánicos como Simón de Rojas Clemente y Charles Edmon Bossier durante los siglos XVIII y XIX.
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