jueves, 3 de mayo de 2012

Los Baños de Urquízar



Esta ruta serpentea entorno al río Durcal y al bonito valle por el cual transcurre, lleno de valores naturales y culturales. Comenzamos en la Ermita de San Blas de Durcal; en la fotografía Blas canturrea una coplilla al tiempo que se encomienda al santo.
Y más le vale por que durante el paseo se dio un buen chapuzón y San Blas es, asemás del patrón del pueblo, el más milagrero en asuntos de padecimiento de garganta. Marchamos entre olivos y almendros hacia los Baños de Urquizar.

El camino se hace cada vez más agradable discurriendo entre abundantes sombras de nogales y almecinos.
A la derecha dejamos el Peñón de los Moros en cuya cima observamos un fortín nazarí que parece un capricho de la erosión más que una torre de vigía.


Una pronunciada pendiente nos lleva hasta los baños medicinales . Al fondo vemos una bella panorámica del pueblo de Conchar.


El Baño de Urquízar o Baño Chico se alimenta de unos manantiales de agua a 25 °C de propiedades terapéuticas. Dos pequeños estanques permiten el baño en estas mágicas aguas. Nos detenemos para tomarnos la fruta.



Un poco más adelante nos encontrámos con el río Durcal; un tronco caido nos permitiría atravesarlo para tomar una vereda que nos conduciría hasta Conchar. Pero eso será en otra ocasión.

Con mucho ánimo desandamos el camino; la cuesta pesa en las piernas. En vez de seguir hasta el pueblo tomamos un camino que transcurre un trecho paralelo a la autovía. Luego comienza a bajar hacia el río; aulagas, espartos, gayombas, jaras forman parte de la vegetación que no acompaña.

Llegamos así bajo el puente de la autovía bajo el que nos sentimos como hormiguitas. Al fondo, observamos el Puente de Lata, una interesante obra de ingeniería modernista de principios del siglo XX por donde pasaba el tranvía.

Y llegó el momento de tomar contacto con las frías aguas del Durcal. Fuera zapatos y a vadear el río.  Seguimos nuestra ruta atravesando un paisaje precioso entre vegetación y abundantes alamedas. Recogemos cola de caballo y cola de rata que seca y en cocción  tiene propiedades diuréticas.

Tendremos que cruzar el río en otra ocasión, pero esta vez por un humilde puente de madera.



Y así llegamos al llamado Puente Romano que en realidad es musulmán. A partir de ahí la vereda asciende dejando a ambos lados molinos harineros y acequias de aguas cristalinas cuyo canturreo nos acompaña todo el camino.

 
Entramos en Durcal por Las Fuentes, unos antiguos lavaderos públicos.

Finalmente pasamos bajo el Puente del Cable que nos recuerda que desde esta población partía hacia Motril el telesférico de mercancías más largo de los que han funcionado en España. Y así alcanzamos el Parque de la Estación.

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