El pasado viernes realizamos la II Ruta biosaludable de las Andarinas por la Vega organizada por nuestros amigos de Promovega.
Comenzamos el recorrido en Santa Fe, un pueblo de la vega estrechamente ligado a la historia de la comarca.
El
trazado de las calles entorno a su plaza nos recuerda que inicialmente fue un
campamento, fundado en 1491, en el que se asentó el rey Fernando para hostigar
a los musulmanes de Granada. Según narra la tradición, un incendio dio pie a
erigir en ochenta días una verdadera ciudad.
Y son pocos los pueblos que pueden
presumir de acoger en pocos meses la firma de dos capitulaciones de gran
importancia: una para certificar la conquista de Granada y otra para dar vía
libre a la aventura de Colón.
Tras un recibimiento oficial en el Centro Damian Bayón, recorrimos este pueblo de puertas abiertas, fijándonos en su abundante patrimonio.
Y también forma parte de los valores culturales de Santa Fe un tesoro tan dulce como las andarinas, los piononos de Ceferino Ysla.
Y también forma parte de los valores culturales de Santa Fe un tesoro tan dulce como las andarinas, los piononos de Ceferino Ysla.
Manjares aparte, destacan sus cuatro Puertas (la de Granada, Jaén, Loja y Sevilla), antiguos accesos para salvar fosos y murallas. Se transformaron en el siglo XVIII en oratorios mantenidos por los vecinos. Todas tienen dos plantas, un paso inferior y están rematadas por un cimborrio octogonal. Excepto la de Granada (que, por cierto, visitamos por dentro), el resto reciben su denominación del cuerpo de ejército que participó en su construcción.
Además, en la Plaza de España, antigua
plaza de armas, encontramos la
Iglesia de la Encarnación y el Pósito o almacén de grano, ambos del
siglo XVIII. Y cerca de la puerta de Granada encontramos la Ermita del Cristo de la Salud (XVII); este
edificio sustituyó a la antigua ermita de los Gallegos; según cuenta la
tradición fue levantada por los soldados gallegos enrolados en el ejército
castellano.
Nos dirijimos luego al Parque Santa Catalina, una zona verde situada junto al Cortijo de los Nogales. Allí nos paramos en los aparatos para realizar ejercicios de estiramientos, refuerzo muscular, flexibilidad o masaje.
Estas máquinas, que debemos emplear adecuadamente, promueven la práctica de hábitos saludables al aire libre y el acceso permanente de cualquier persona a equipos de ejercicio. Es una alternativa para mejorar la calidad de vida de los vecinos. También nos acordamos de los árboles del parque y repusimos fuerzas con un desayuno mediterraneo (pan con aceite de oliva y naranjas del Valle de Lecrín).
Y entre choperas, por el Camino de los Guacharros, nos fuimos hasta el Centro de Interpretación de la Vega, en Belicena, que pretende potenciar los valores culturales e
históricos de esta comarca.
Y allí hicimos unos talleres de uso de plantas aromáticas (bolsas de olor, sales de baño y polvos dentales) y disfrutamos de un cuentacuentos.
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