En una par de escenificaciones jugamos con la peculiar relación que puede producirse entre el escritor y sus personajes, sobre todo si estos últimos se encarnan en narradores de sus propias historias. En este caso, el pirata que no teme al mar cuenta la historia que el escritor inventó para darle existencia bajo la atenta mirada de este.
Esa mirada esconde la incertidumbre de los derroteros que puede tomar su propia invención.
Un juego divertido.
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