Sus distintos grados de deficiencia visual no les impidió tener una experiencia sensitiva del entorno rural de la Vega.
Trabajamos con las plantas aromáticas, estuvimos en contacto con los animales, realizamos juegos con distintas texturas y sonidos y contamos un cuento donde podían tocar los personajes.
Experiencias de este tipo son claramente bidireccionales y nos permiten ver el mundo con otra mirada.
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