Ayer por la tarde, en el Parque de la Higueruela de Atarfe, una tripulación pirata se dedicó a realizar divertidas fechorías. Un lugar, aparentemente solitario, que se llenó de gente dispuesta a pasarlo genial.
Su propósito fue desembarcar en aquel lugar para compartir un tesoro, la responsabilidad de, entre todos y todas, construir un mundo mejor. Un tesoro que no debe ser escondido sino repartido por los siete mares.
Primero contaron un cuento sobre la importancia de cuidar los espacios que son de todos. Reciclaruja, el gatazo, el ratón guasón y la mosca pesada no tuvieron piedad a la hora de robar sonrisas al público.
Tras el guiñol, los atarfeños pasaron por cinco espacios para realizar distintas actividades.
La elaboración de relojes de sol para enfatizar la importancia de ahorrar energía. Elena marcaba el norte y obligaba a todos los grumetes a descifrar las sombras horarias de aquel artilugio.
Un taller de reciclaje, fabricar, a partir de pasta de papel, marcapáginas plantables. Noe enseñaba a todos esos marineros de agua dulce como conseguir un papel que si lo siembra se convierte en plantas de espinacas.
El poder del compost era lo que mostraba Marta. Cada botarate se llevaba un tiesto con un pequeño ciprés que crecerá gracias a las bondades de ese abono.
Y Noelia fabricaba, con vasos de ron de cartón, divertidas cariocas que los futuros piratillas volaban a los cuatro vientos. En todos los talleres se repartían matrículas para fomentar el uso de la bicicleta.
Por último, Inés ponía a prueba a todo el que por allí pasaba con cuatro retos: alimentar a criaturas marinas, hacer equilibrismos con botellas de ron, soplar el botón pirata y conseguir dominar los vientos para llevar los barcos a buen puerto.Agradecemos a Lola Conejo y a José Castro la confianza que han depositado en esta tripulación de sinvergüenzas bucaneros.
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