Trabajamos la propagación a través de semillas que a priori pueden precisar tratamientos previos a la germinación. Son las semillas perezosas; precisan desperezarse, lo cual les permite explorar nuevas posibilidades de dispersión o de aprovechamiento de huecos en los nichos ecológicos. Germinan después de un fuego o tras el desgaste causado por el tiempo o tras vivir la apasionante aventura de ser comidas y cagadas por un pájaro o un zorro.
Empleamos semillas de mimosa, jacaranda, ciprés, árbol de júpiter, majuelo y rosal silvestre. Y los tratamientos a los que las sometimos fue la inmersión en agua hirbiendo, la inmersión en clorhídrico diluido al 20%, el escarificado o abrasión a través de una lija de poro fino o la inmersión en agua durante 48 horas. Además, como todo buen científico, realizamos un blanco.
Muchos tratamientos y muchas semillas, lo que precisaba de un minucioso procedimiento y del etiquetado correcto y eficaz de cada tiesto.
El objetivo es determinar el porcentaje de germinación de cada una de las especies sometidas a los distintos tratamientos.
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