sábado, 8 de mayo de 2021

Casa de Porras en el Alto del Majalijar

La maravillosa subida a los Altos de Majalijar supone el ascenso al punto más elevado de la Sierra de Huétor (1878 m). Se trata de una cuerda compuesta por varios picos entre los 1700 y 1800 m, cuya cumbre nos proporcionará una vista completa de la Sierra de Huétor y Sierra Nevada al fondo. 

Esta ruta nos llevará a través de diferentes paisajes, ofreciendo unas bellas panorámicas del Parque Natural de la Sierra de Huétor y de otros espacios naturales cercanos.

Durante el recorrido veremos espinos albares, majoletos o majuelos de gran porte. La palabra "majuelo" posiblemente tenga algo que ver con origen del topónimo de este Alto, donde abundan los majuelos. Según parece lo llamaron "majuelijar". Otra de las versiones, posiblemente venga de unir Majada (lugar donde se recoge el ganado) y Lillar (sitio donde hay muchas piedras). Tal vez por esto los pastores lo nombraron como “Majada de las Piedras”

Para llegar hasta dicho punto hay que dirigirse a Fuente Grande, en la localidad granadina de Alfacar. Tomamos una carretera algo sinuosa que atraviesa la famosa escuela de escalada de la Alfaguara. Ignoramos el desvío a la derecha marcado como Campamento y Área Recreativa La Alfaguara y seguimos recto, en dirección Fuente La Teja.

En este punto la carretera se convierte en pista forestal, en buen estado, y unos kilómetros más adelante tras pasar el desvío hacia la Fuente de la Teja y Las Minas, llegamos al punto de partida de nuestra ruta, el arroyo de las Perdices. Dejamos los coches en una explanada y a caminar. 

Subimos pegados al Barranco de la Linde, dejando el Barranco de la Zorra y el Cerro del Tamboril a la izquierda.

Justo antes de llegar al cortijo, hoy día en ruinas, pero que antaño sirvió de refugio a familias que trabajaban en estas sierras como guardas y pastores, abandonamos la pista y tomamos un sendero a la izquierda que nos conducirá ascendiendo entre pinares de repoblación, aulagas y romeros hasta el Collado de Linillos. Desde este lugar observamos la Cuerda de la Gallega al frente y el peñón de la Mata a nuestra izquierda, que divide los valles de los ríos Blanco y Bermejo.

Tras atravesar el Barranco de la Linde comenzamos a ascender pegados a la vera de un pinar, dejando el Peñón de la Mata y el Jorobado a la izquierda. A la altura de unos majoletos, giramos a la derecha siguiendo la indicación blanca y amarilla de una piedra. Vamos alcanzando altura, dejando los pinos silvestres atrás y comenzando a caminar entre el matorral en almohadilla característico de las cumbres. Ya sean aulagas, piornos o agracejos, todos pinchan a los intrépidos senderistas.

Siempre ascendiendo, rodeados de gamones y siguiendo la leve vereda acentuada por montones de piedras a los que se encomiendan los guías agradecidos, llegaremos a una bifurcación. La tomamos a la derecha, que por la de la izquierda retornaremos, ya que superaremos la Dolina por la solana. 

Un poco más adelante encontramos un indicador. Seguimos la vereda hacia la Cueva de las Palomas que se encuentra a unos 300 metros. Es una gigantesca oquedad en la que entramos con el corazón un tanto sobresaltado. Su perfil es el marco perfecto para contemplar la línea de tres miles de Sierra Nevada. Nos sobrevuelan los aviones roqueros y alguna chova piquirroja que anidan en la cueva.

Retornamos por nuestros pasos hasta llegar de nuevo al indicador. Pero ahora seguimos la dirección de la Dolina, a la Cuerda Gallega. El ascenso es duro, en muchas ocasiones con una vereda casi inexistente. Los gamones, crocus y alguna peonía temprana anuncian la primavera.

Subimos hasta alcanzar el primer alto de la Cuerda de la Gallega. Toda la línea de cumbres está cubierta de simas y dolinas, lo que convierte esta ruta en un auténtico disfrute para nuestros sentidos. La belleza la encontramos en nuestro entorno inmediato como en los distintos planos del horizonte.


Continuamos con el ascenso cresteando por la cuerda de La Gallega que nos conducirá, tras pasar el Alto de  Majalijar, al mojón que pone fin a nuestra ruta. Desde el pequeño espacio de la cima se nos ofrecen unas magníficas panorámicas. Y un montón de mariposas revolotean a nuestro alrededor. Tras disfrutar de un descanso en la cumbre, iniciaremos el camino de regreso.

Desandamos nuestros pasos hasta llegar a la Dolina, pero ahora la bordearemos por su otra cara, por su umbría. En el collado nos esperan unos pequeños caballos que nos observan con cierta insolencia. Un pronunciado descenso entre majoletos nos llevará a unos parados desde los cuales accedemos a un collado donde encontramos una gran espiral de piedras un tanto enigmáticas. 

Desde esta espiral tomamos una vereda en descenso a la izquierda que nos conducirá hasta la primera bifurcación que encontramos en nuestro ascenso. 

Nos cruzamos con un rebaño de ovejas que asciende por la majada de las piedras. Y un galante pastor hace realidad el sueño de una de nuestras senderistas.


Seguimos bajando hasta llegar de nuevo al Cortijo de Linillos, completando una preciosa ruta circular de unos 10 kilómetros coronando un alto emblemático para los senderistas, el Majalijar.


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