sábado, 19 de noviembre de 2022

Casa de Porras en el Valle del Castillejo.

El grupo de senderismo de Casa de Porras ha coronado el Cerro del Castillo para visitar el Castillo de Linza o Castillejo y contemplar las vistas hacia el Calar. Es, además, uno de los lugares privilegiados para contemplar el Embalse de Canales. 

Los colores tienen brillos y matices regalados por las últimas lluvias. Huele a otoño. 

Desde Güéjar Sierra bajamos a la Central Eléctrica del Castillo por el Camino del Sotillejo, a la sombra de viejos almeces. Esa fábrica de luz convertía la fuerza del agua en electricidad para los pueblos de la zona y energía para mover el tranvía de la sierra. Pasamos antes junto a la cola del embalse de Canales, uno de los puntos en los que mejor se aprecia la escasez de agua. 

En vez de cruzar el puente, seguimos adelante para seguir el curso del Genil por el antiguo trazado del tranvía de la Sierra, pasando por túneles y puentes cuyas barandillas está hechas con los travesaños de las vías. 

El Genil baja caudaloso y el sol juega con los contornos de las hojas de los árboles de ribera. 

 

El popular y querido Tranvía de la Sierra (1925 – 1974) fue pioneros en lo que a ferrocarriles españoles de montaña se refiere. Destacó por su carácter turístico; su finalidad fue mostrar a los granadinos las bellezas de Sierra Nevada. 

El impulsor de este importante proyecto fue Julio Quesada Cañaveral y Piédrola, Duque de San Pedro de Galatino, conde de Benalúa y de las Villas y señor de Láchar, un hombre adelantado a su tiempo, polifacético en sus actividades y siempre inmerso en proyectos empresariales que buscaron el despegue económico de la provincia granadina. Y con una retahíla de apellidos más larga que el trazado del tranvía. 

Tras pasar la confluencia entre el Maitena y el Genil, seguimos adelante para acercarnos un poco a la belleza del río. Luego retornamos hasta la central de El Castillo. 

Cruzamos el puente y comenzamos el ascenso subiendo por una carretera asfaltada, el comienzo del Alto de Hazallanas. Pronto nos incorporamos al carril de tierra que parte a nuestra derecha.

Continuamos por la vereda que asciende hacia el Cortijo de los Julianes; así se llaman varios miembros de la familia propietaria del lugar. Alli cojemos algunas nueces del suelo; bueno hay quién tiene mejor fortuna y es obsequiada con una bolsa llena de nueces. Setas no, pero nueces a tope. 

Aquí, a la vera de una viejo nogal, es donde se inicia propiamente la ruta hacia el Castillejo. Un cartel marca la dirección de Fuente Perrancano.  Tras pasar por unas fincas de cerezos, se inicia una cuesta bastante empinada que nos conduce hasta la entrada del bonito Barranco del Castillejo. 

Conforme caminamos, siempre junto a una acequia soterrada, nos vamos aproximando por esta umbría ladera al arroyo que baja por el barranco hasta que nos encontramos con un sitio fácil por donde cruzarlo. En este punto se encuentra una refrescante fuente con su teja reglamentaria; es la llamada Fuente del Tío Perrancano. 

Cruzamos al otro lado, atravesando el arroyo, y continuamos en ascenso para dirigirnos hacia el Cerro del Castillo; delante nuestra la localidad de Güéjar Sierra y al imponente Calar. Llegamos a un collado donde observamos una antigua era de trillar y un cruce de veredas: la de la derecha nos eleva en un último impulso hasta los restos del Castillejo y al mirador en donde se encuentra enclavada una vieja cruz de madera.

El Castillejo, conocido también como Fortaleza de Linza, se encuentra coronando este cerro, a más de 1250 metros de altitud sobre el nivel del mar.

Las primeras referencias de Güéjar Sierra, se remontan al siglo XI, en las memorias de Abd Allâb. Es seguro que en esa época la fortaleza ya estaba en pie, y controlaba el paso de la trashumancia de ganado hacia las Alpujarras.

La fortaleza intentó ser defendida por su propietario Tello de Castro, en torno al año 711 frente al ataque de las tropas islámicas, comandadas por Amir-Ben-Abdalá, quien le dio muerte, a las puertas del castillo y se apoderó de este importante baluarte.

Apenas seis años después de la toma definitiva de Granada, por parte de las tropas cristianas, el rey Fernando el Católico mandó que esta y otras fortalezas árabes fuesen derribadas. Sin embargo, la orden no fue llevada a cabo, pues durante las revueltas de los moriscos de las Navidades del año 1500, la fortaleza sirvió de cobijo y protección a más de 2300 sublevados. Fernando e Isabel ordenaron al Capitán general de Granada el Conde de Tendilla y a Gonzalo Fernández de Córdoba ir contra el castillo de Linza, y dirigir sus tropas para sofocar la rebelión. En apenas unas horas consiguieron recuperar la fortaleza para los cristianos.

Finalmente en 1571 tras sofocar la segunda rebelión de los Moriscos, fue D. Juan de Austria quien mandó que la fortaleza fuera destruida. Esta vez sí se hizo efectiva la orden.

El Castillo está compuesto por varios recintos, siendo el inferior el que circunda la peña donde se encuentra la fortaleza, y de la que apenas se conserva su muralla exterior.

Al norte, en el punto más elevado del terreno, junto a una cruz de madera, existen restos de un recinto rectangular, de dimensiones aproximadas de 21 x 18 metros, en cuyo interior se distribuyen un buen número de habitáculos, todos construidos con muros de tapial de cal y canto, quedando restos de enlucido de cal en algunos de los paramentos.

Al suroeste, hay restos de una gran torre de planta trapezoidal, de la que se conserva una altura considerable. Esta es en realidad un baluarte que tuvo varias plantas, una gran puerta de acceso en el lado Noroeste y ventanas abocinadas. Sus dimensiones son de más de 21 metros de largo por 6,60 metros de ancho. Está construida con gruesos muros de 1,50 metros de espesor, en tapial de argamasa sobre base de mampostería, presentando enlucidos con mortero de cal por ambas caras. Conserva aún las huellas de las vigas del encofrado.

Antes de bajar nos acercamos a un cerro cercano para contemplar una magníficas vistas del Embalse de Canales. 

Volvemos por las mismas veredas para completar un recorrido de 15 kilómetros y 465 metros de desnivel acumulado. 

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