Tal vez enamorarse de los pájaros que otros congéneres espantan y el recibe acogedor en sus agotados brazos en cruz. Tal vez tornar su relleno de paja por otro de libros escondidos de aquellos que desean destruir culturas diferentes a la suya; la lectura te da alas, dicen.
Tal vez, como en el cuento que narramos a los más pequeños, querer sobrevolar los campos que habita y visitar la ciudad de la que hablan los agricultores o la chiquillería que le arranca la paja de las manos.
Y si cuentas con la complicidad de los ratones y de las cornejas, tal vez el sueño se haga realidad.
Es un modo de acercarnos al otoño y sus acontecimientos, al tiempo que dejamos volar al espantapájaros y a nuestra imaginación.
Las fotos son de la escuela Gloria Fuertes y del centro infantil Patosuca.
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