Esta preciosa ruta que caminaremos transcurre por las Sierras de Moclín y del Marqués, por sus pasillos montañosos labrados por el río Frailes o Velillos, por sus valles donde irrumpen masas calizas erosionadas caprichosamente por el agua. Esta ruta se conoce como de la Hoz del río Velillos o del Gollizno, que significa estrechamiento de un paraje natural.
Las tierras de labor, tan antiguas como sus centenarios olivos, se alternan con pinares de repoblación y manchas de bosque mediterráneo. La vegetación de ribera se encajona entorno al río y las rupícolas se funden con las rocas de las abruptas laderas. Aparecen cuevas por todas partes en cuyos salientes uno puede imaginar a sus antiguos habitantes asomándose al valle.
Caminamos veredas que han sido trazadas desde antaño por el paso de diferentes culturas; han dejado su impronta en los numerosos yacimientos arqueológicos que pueblan su geografía. La Prehistoria nos dejó “El Santuario Andaluz del Neolítico” (Cueva de Malalmuerzo) y numerosas pinturas rupestres repartidas en las cavidades de sus sierras.
Comenzamos en Moclín. Antes de iniciar la ruta, nos acercamos a unas trincheras de la Guerra Civil desde donde contemplamos esta tierras, el granero de Granada, en estas fechas adornadas por los almendros en flor. Y un rebaño de cabras montesas que ramonean en la linde de un pinar.
Luego, en la villa de Moclín pasamos junto al Pósito, un granero público del siglo XVI). Y contemplamos el Castillo construido a mediados del siglo XIII para la defensa del Reino Nazarí de Granada. También llamado Hins Al–Muqlin, “fortaleza de las dos pupilas”, surgió como castillo fronterizo entre los reinos de Granada y Castilla. Fue continuamente asediado durante el asentamiento hispano-musulmán, cayendo en manos de los Reyes Católicos en 1486.
También nos acercamos a la Iglesia de la Encarnación (XVI) mandada construir sobre una antigua mezquita musulmana por los Reyes Católicos. En su interior alberga el cuadro del Cristo del Paño.
Iniciamos la ruta cerca de la Ermita de San Antón. Bajamos dejando el castillo a nuestra izquierda. Nos desviamos de la vereda principal para ascender hasta un precioso mirador natural del valle del Velillos.
Seguimos descendiendo, haciendo una parada en un abrigo donde contemplamos pinturas rupestres. Llegamos a la curiosa Fuente de Corcuela donde hacemos una parada para descansar.
Nos encaminamos al río Velillos, a la conocida vereda del Gollizno. Nos adentramos en los "Tajos de la Hoz", garganta natural excavada por el constante fluir de las aguas que, junto a la exuberante vegetación ribereña, aportará al senderista una agradable sensación.
Después de pasar por la Fuente de la Bueaventura, nos dirigimos a Olivares.
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