Realizamos una ruta rural por el Valle de Lecrín, el "valle de la alegría", en la que podemos llegar hasta las ruinas del Castillo de Murchas o de Lojuela, disfrutar de una vega naranja y amarilla y retroceder millones de años al encontrarnos con fósiles del pasado marino de este valle.
El recorrido comienza en Nigüelas, situado a 931 de altura sobre el nivel del mar. Bajamos hasta el Río Torrente por el camino de la Pava, en sentido contrario del agua que circula por esta acequia equilibrista. Delante, hace de liebre una señora nigüeleña con una bolsa de papel en la mano con la botella de agua y el móvil.
Recorremos el trazado de este río que lleva el agua de deshielo de la sierra. Pasamos bajo un gran puente de piedra caliza y seguimos el camino que conduce a Murchas, serpenteando entre almendros, cerezos, olivos y naranjos. Pasamos junto a una fábrica de ladrillos situada en la confluencia del Barranco del Pleito con el río Torrente.
El sendero nos guía al pueblo de Murchas. Allí nos detenemos unos minutos en un mirador hacia el pueblo de Talará y a la Ermita del Santo Cristo que destaca en la loma de enfrente. A nuestros pies, en suave caída, el campo está tapizado de naranjos; como telón de fondo Sierra Nevada.
Regresamos por otras veredas, pasando por un olivar donde encontramos fósiles de corales y bivalvos. Desde Murchas, tomamos un camino que lleva a Melegís a través de un vergel de naranjos y limoneros. La distancia entre ambas poblaciones es de unos 2 km.
Unos se llevan alguna naranja, algún limón o algún fósil. Pero hay quien prefiere como recuerdo una ranita espachurrada y seca.
En Melegís nos detenemos en su precioso lavadero.
Gracias a Laura por compartir su mañana de sábado con nosotros.
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