miércoles, 13 de noviembre de 2019

Ruta 7. Acequia Real.


En una mañana otoñal que lo impregnaba todo con un chirimiri paciente, realizamos una de las rutas de senderismo más bonitas que pueden disfrutarse partiendo de la ciudad de Granada: Valparaiso y la Acequia Real.

Partimos de Puerta Elvira. Recorremos esta emblemática calle hasta llegar a Plaza Nueva y de allí al Paseo de los Tristes hasta llegar al puente del Rey Chico.

Tomamos ahora la Vereda del Avellano, que nos conduce hasta la Fuente del Avellano donde los aguadores granadinos cargaban sus tinajas, donde Angel Ganivet y su cofradía se reunían para pensar y tragar tristezas y pesimismos.


Tras visitar la fuente, retrocedemos para tomar, una vez dejado atrás el tristemente famoso Tajo del Pollero, una vereda ascendente a la izquierda. Entre durillos con sus ramilletes de frutos rojos, ascendemos hasta alcanzar la cota de la Acequia Real. De la original queda poco más que su trazado.


La Acequia Real, también llamada de la Alhambra, del Rey, de Alcotán o del Sol, canalizaba el agua procedente del río Darro desde la Presa Real, situada en el paraje de Jesús del Valle. Tiene un trazado de unos seis kilómetros hasta llegar a las huertas del Palacio del Generalife y a la Alhambra.


A tres kilómetros de la toma de agua del Darro, la Acequia Real se divide para llegar al Generalife, huertas y parte de los palacios, y dibuja líneas transversales a diferentes alturas en la ladera del Cerro del Sol.


La más baja es la primitiva Acequia del Sultán; le sigue en altitud la primera derivación que se realizó en el siglo XIV, que hoy aún conduce el agua en su mayor parte al aire libre. Se llamó del Tercio en relación con la cantidad de agua que extraía de la conducción original. Sobre esa segunda línea discurre una tercera que es el camino de mantenimiento de la acequia más moderna que discurre entubada.


Nosotros iniciamos el paseo siguiendo la acequia del Sultán, para, salvado un primer barranco, ascender hasta la acequia del Tercio. Seguimos su trazado sin desviarnos ni a derechas ni a izquierdas, rodeados de encinas, coscojas, lentiscos y otros matorrales mediterráneos.


Llegamos así a un húmedo quejigal que nos conduce hasta el Barranco de las Tinajas donde damos la vuelta. En el camino llama nuestra atención numerosos túneles dedicados al control y limpieza de la acequia.


Regresamos por nuestros pasos hasta tomar una senda que asciende hasta la vereda alta y la recorremos hasta llegar a la Silla del Moro. Las vistas a la ida y a la vuelta son impresionantes: la ciudad detenida en el tiempo mil años atrás, mostrando el Sacromonte y el Albaicin. Y las fértiles huertas del valle del Darro, de Valparaiso.


Antes de llegar a la Silla del Moro nos desviamos a un bonito mirador donde nos hacemos una foto que se la dedicamos a Juan Puertas por el cariño tan especial que tiene a este rincón de la Dehesa del Generalife.



Pasamos junto a la Silla del Moro o el Castillo de Santa Elena, una construcción nazarí.  Su función era la de vigilar el curso de la Acequia Real, que abastecía de agua La Alhambra, el Generalife y las huertas aledañas. En antiguos documentos se menciona la existencia de una mezquita, que en época medieval fue reconvertida en ermita bajo la advocación de Santa Elena.


Y desde allí  retornamos al centro de la ciudad.

25 senderistas, 18 kilómetros recorridos, 86 kilómetros acumulados. 

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