La sexta ola nos está complicando mucho la vida y, además, en esta ocasión nos ha pillado tomando aire y de perfil; esto ha garantizado un buen revolcón y un considerable trago de agua salada.
Pero a pesar de ello seguimos adelante, estableciendo espacios seguros y actividades al aire libre. Es difícil encontrar el equilibrio entre el mantenimiento del ritmo vital y el confinamiento existencial similar al que han sometido estas gallinas a una aprendiz campesina.
En el aula rural, bajo el sol invernal, aprendemos a cocinar, realizamos divertidas manualidades, jugamos y paseamos por el entorno veguero haciendo nuevos amigos.
Y aprendemos a no perder el ánimo y la sonrisa, aunque solo la imaginemos bajo la mascarilla.
El futuro está delante y debemos proyectar nuestras sombras hacia el horizonte como avanzadilla de los nuevos e ilusionantes pasos.
Es hora de sembrar corazones.
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