miércoles, 27 de octubre de 2021

Buenos Aires en la Acequia del Sultán.

En esta ocasión partimos de Plaza Nueva para dirigirnos a la emblemática Acequia Real por el Paseo de los Tristes, uno de los lugares más fresquitos de Granada. 

Seguimos el Darro hacia el Valle del Valparaiso, cruzamos el puente del Rey Chico y los encaminamos hacia la Fuente del Avellano. Esta placeta empedrada es un lugar ampliamente valorado desde época árabe, porque sus aguas, que nacen en la ladera de la Silla del Moro, eran de excelente calidad, muy puras y saludables. Son las últimas lágrimas de la sultana Aixa, la madre de Boabdil, que llora tras ser abandonada por Muley Hacen enamorado de la cristiana Zoraida. Su sabor es agrio, amargo y fresco. Su color, cristalino, porque es agua de hadas y encierra los misterios de la colina de la Alhambra.

Durante décadas el agua del Avellano era captada cada día por grupos de aguadores que con sus cántaros la transportaban para venderla en la ciudad, donde voceaban sus bondades para el cuerpo y el alma.

Este lugar es también nacimiento de leyendas y el lugar de reunión de una cofradía llamada del Avellano, una reunión de amigos sin domicilio ni reglamento, semejante a una academia helénica, presidida por Àngel Ganivet. 

Retrocedemos unos metros, y tras dejar atrás el triste Tajo del Pollero, tomamos una subida que parte a nuestra izquierda. Y entre durillos y almeces ascendemos. Y vivimos la aventura de intentar esquivar, sin mucho éxito, el agua de los aspersores que riega esta ladera. La verdad es que con esa lluvia artificial, ni nos enteramos de la dificultad de la subida.  

Mojados pero contentos, que son gente toda de bien, alcanzamos la Acequia Real o Acequia del Sultán, que suministró agua a la Alhambra durante casi tres siglos. El canal arranca seis kilómetros aguas arriba del río Darro, en una presa llamada Real y situada en las proximidades de Jesús del Valle. 

Muhammad I, el primer sultán y fundador de la dinastía Nazarí de Granada, sabía bien de la urgencia de llevar agua a la colina de la Sabika. Mandó construir la al-sāqilla al-Sultān, con cuya agua construyó gran parte del recinto amurallado original. 

La Acequia Real va manteniendo la cota y separándose del río a medida que avanza por la margen izquierda del cauce del Darro. Tras atravesar el gran barranco de las Tinajas se dirige hacia la Alhambra cruzando barrancos menores. Se construyó de dos maneras: excavada en el propio terreno o en galería, es decir, subterránea. Se divide en la acequia del Tercio y de los Dos Tercios que llega hasta la colina del Mauror.

Recorremos un breve tramo de la acequia original para luego ascender hasta el camino que sigue el trazado de la acequia moderna del siglo XVI (aquí llamamos moderno a algo que tiene una pila de siglos). Forma parte de las importantes reformas que hicieron los cristianos para abastecer de agua a Granada y la Alhambra.

Continuamos por esta vereda por la umbría del Cerro del Sol. Al otro lado del Darro la solana del Sacromonte desde donde nos contempla la Abadía. Encinas, coscojas y numerosos lentiscos o cornicabras con sus agallas cuna de pequeñas mosquitas y fábrica de una resina gomosa con olor a trementina.

Llegamos hasta el quejigal donde el sol se filtra despertando otros brillos y, tras una breve parada retornamos  para, a pocos metros ascender por una vereda que parte a la izquierda y que nos alza hasta un nuevo carril que recorremos ahora buscando la ciudad de Granada. Va parejo a un ramal de la acequia de los Arquillos que toma el agua no del río del oro sino del Aguas Blancas. 

Caminamos por esta vereda hasta que tomamos, a la altura de la Abadía del Sacromonte, un nuevo desvío a la izquierda que nos lleva hasta lo alto del llano de la perdiz, a la altura del Aljibe de la Lluvia. Y al solito, nos tomamos un merecido almuerzo. 

Nos dirigimos ahora al Mirador del Suspiro del Moro. Tras contemplar nuestra ciudad, tomamos la vereda que nos lleva a dicha construcción. La llamada Silla del Moro o Castillo de Santa Elena, fue una construcción de vigilancia y protección para el Generalife y las huertas en un sector tan importante para la distribución del agua de la Acequia Real a toda la Alhambra.

Y así finaliza nuestra ruta de 9,5 kilómetros bien trazada por 50 senderistas. 

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