Esta mañana hemos participado en una actividad muy bonita organizada por el Ayuntamiento de Armilla que enlaza dos propósitos: festejar el Día del Libro y la Semana de la Vega.
Trabajamos en los huertos urbanos comunitarios de Armilla de la mano de nuestra amiga Sofía, concejala de medioambiente de esta localidad.
Con los mayores y pequeños que vienen a compartir un arroz en estos huertos realizamos distintos juegos tradicionales de la Vega.
El soplido. Los niños se apostaban los botones de las camisas soplandolos con energía.
La sogatira, ya sea la normal o las cruzadas. Aunamos fuerzas para traer el pañuelo a nuestros pagos.
El pelele. Con la manta lanzamos al cielo a un muñeco que simboliza nuestros malos rollos.
Carreras de sacos y de escobas convertidas en raudos corceles.
Los bolos serranos, en los que afinamos la puntería derribando los palos lanzando tarugos cuadrados de madera.
La tangana, un modo de ganarse unas perras gordas. Lanzamos la pieza metálica del escardillo para derribar la tangana y lanzar fuera del lecho de paja las monedas.
Y además, cómo es San Jorge, contamos un cuento de la Vega, el pocero de Santa Clara. Una narración que habla de un pocero sin suerte.
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