miércoles, 19 de abril de 2023

Los Gudaris y el Cerro de la Atalaya.

Con la fortuna de caminar en un día nublado, los senderista de Buenos Aires suben hasta el mirador del Padre Ferrer y la Cruz de la Atalaya. Y lo hacemos por el llamado Sendero de los Gudaris.

 

La historia de los Gudaris se remonta a los tiempos de la guerra civil. Años durante los que un grupo de soldados vascos estuvieron presos en el Castillo Palacio de los Condes de Padul.

Este espacio, comúnmente conocido como la Casa Grande, se convirtió durante la Guerra Civil en un centro de reclusión en el que los prisioneros eran utilizados como mano de obra para trabajos forzados de sol a sol. Recluidos aquí durante 14 meses, construyeron varios caminos transitables a través de los cuales posteriormente se llevaría a cabo la repoblación forestal de la Sierra del Manar. 

Gracias al injusto sufrimiento de estos gudaris hoy tenemos una red de senderos que nos permiten recorrer y disfrutar de las maravillas naturales y unas impresionantes vistas panorámicas de esta sierra. Por eso, los senderistas de bien, cuando andurreamos por estos lares siempre tenemos un pensamiento para honrar su memoria. 

La ruta la iniciamos en los Jardines de la Estación del Padul, llamado así por encontrar en esta zona arbolada y fresca la antigua estación del tranvía que unía Granada con Durcal. 

Antes de meternos en faena, pasamos por el antiguo Padul Cinema construido a principio de la década de los cincuenta, y damos unas revueltas por el pueblo para visitar su patrimonio. 

Pasamos junto a la Fuente y el Lavadero de los Cinco Caños (siglos XVI-XIX), también conocida como Fuente de San Joaquín y Lavadero de Santa Ana. En 1897 el Ayuntamiento de la Villa construyó el lavadero y cubrió el aljibe. A partir de esta fecha y hasta la segunda mitad del siglo XX se convirtió en el corazón del municipio.

Nos detenemos en un lugar de muchas faenas y trajines: mentidero público y rincón de reunión de campesinos que, al atardecer, venían a buscar trabajo para el día siguiente. Pero también era un sitio ideal para hacer amistades o buscar novia, aprovechando cuando las muchachas del pueblo bajaban con sus pipotes y cántaros a por agua o lavar la ropa.

Desde allí nos vamos a la Iglesia de Santa María la Mayor (XVI), antigua mezquita que pasó a ser iglesia del culto cristiano. En el año 1541 se manda diseñar una torre junto a la iglesia donde se encuentran las campanas que nos dan la bienvenida. En su interior destaca el retablo de San Francisco, creado a mediados del siglo XVI por la escuela de Pedro Machuca.

Luego llegamos a Casa Grande de Padul, un palacio de estilo barroco, enclavado en lo que en su día fueron las afueras del pueblo. El edificio que vemos fue levantado por la familia Aróstegui, a principios del siglo XVII, sobre la antigua casona vasca que Martín Pérez Aróstegui y Aguirre, el Viejo de Vergara, construyó pocos años después de la toma definitiva de Granada. Es además un palacio de Asiento, es decir, aquellos que contaban con bancos entre la entrada y el zaguán destinado a los pobres que pedían comida.

Y ahora, como los gudaris privados de libertad, comenzamos a caminar hacia la Sierra del Manar. 

Pasamos por las proximidades de la Ermita de San Sebastián en la calle Real y seguimos ascendiendo hasta llegar por la calle Nieves a la carretera Bailén Motril que atravesamos. 

Comienza aquí el sendero de los Gudaris. caminamos cerca de unos almendros hasta llegar a la base del cerro donde los cultivos de secano lindan con el pinar. En este punto tomamos una vereda hacia la derecha que, en moderado ascenso nos conduce hasta las canteras conocidas como Minas del Tío Agustín. 

Tras ascender por unos altos escalones nos detenemos en un mirador hacia las canteras, el pueblo del Padul, su vega y lagunas. Ahora, al llegar a un cruce de caminos ignoramos la indicación Piedra Ventana a la derecha, en dirección al barranco del Voladero, y seguimos a la izquierda, hacia la Cruz de la Atalaya.

Seguimos ascendiendo entre jaras blancas en flor, jaguarzos y romeros. Y llegamos al Mirador del Padre Ferrer. Manuel Ferrer Muñoz, nació en Padul y fue sacerdote jesuita, montañero enamorado de Sierra Nevada y naturalista. En los años 70 comenzó a documentar con imágenes los cambios que sufrió la Sierra y en el 71 publicó "Sierra Nevada", una joya de la bibliografía del macizo. 

Seguimos ascendiendo hasta llegar a la Cruz de la Atalaya (1.242 metros) donde nos detenemos a reponer fuerzas. Desde allí las vistas son impresionantes. 

Caminamos ahora hacia nuestra derecha, con la Silleta del Padul en frente. Bajamos por un cortafuegos y nos encontramos con el Abrevadero de Los Albatrales. Seguimos ahora una cómoda pista forestal que se traza paralela a un barranquillo.

Pronto nos desviamos por otra vereda que parte a la izquierda y transcurre por un bonito pinar donde encontramos retamas ya en flor. En vez de bajar por el Barranco del Puntal o de la Reja seguimos al frente hasta sobrepasar el Barranco Hondo. 

Ahora ya solo resta ir bajando por una vereda que serpentea por estas dolomías muy cuarteadas con filoncillos de plomo-molibdeno, muy ricas en wulfenita.

Finalizamos en El Puntal, completando así una ruta de 12 kilómetros y 513 metros de desnivel acumulado. 

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