miércoles, 9 de marzo de 2022

Bolones, Teja y Porquerizos.

Hoy, con el grupo de senderistas Buenos Aires, realizamos un recorrido circular que parte y retorna a Huétor Santillán, pasando por la Casa Forestal Bolones, la Casa Forestal Los Peñoncillos y la Fuente de la Teja y la de los Porquerizos donde nace el Darro. 

Un paseo en el que se anuncia la primavera; unos paisajes limpios por las últimas lluvias caídas. 

Iniciamos el paseo en la Ermita de la Virgen de los Dolores del siglo XVI. En su interior encontramos una hornacina con la Virgen de los Dolores, patrona del municipio,  y un cuadro representando El Corazón de Jesús.

Subimos por la calle Molino Alto, dejando atrás la Era Grande, para ir al barrio más elevado de esta población. El topónimo de Huétor deriva del árabe Qaryat al-Watá, que significa "alquería o pueblo de colina". Santillán fue añadido en relación al señorío de Huétor recibido por el veinticuatro de Granada Gómez Santillán. Eso de veinticuatro era un cargo equivalente al de regidor o concejal. La curiosa denominación viene de que tras la conquista de la ciudad de Granada, los Reyes Católicos dieron en guarda las puertas de la ciudad a 24 caballeros capitanes. 

Tras pasar bajo el puente de la autovía, llegamos a la Cueva del Señor.  Desde allí, por una senda entre pinos con una considerable subida serpenteante, llegamos hasta un bonito mirador, el de la Cruz de Huétor Santillán, que nos muestra esta localidad al sur y al norte el Cerro de la Cruz. Entre nosotros y este cerro un tajo con un curioso nombre: Carraspichi. Es el punto más elevado del recorrido desde el que contemplamos un bonito perfil de Sierra Nevada. 

Salimos a la pista que conduce al Cerro de la Cruz y la Cueva de los Huesos, pero nos desviamos por una vereda a izquierdas que nos llevará a la pista forestal de Bolones.  

Transcurre a media ladera con unas vistas muy bonitas del Valle del Darro y el Cerro del Maullo. Por el camino vamos diferenciando distintos tipos de pinos: el carrasco, el piñonero o el silvestre. Además reconocemos aromáticas como el tomillo, la salvia, el romero, la mejorana o el espliego. 

Encontramos otros arbustos mediterráneos como el torvisco, la cornicabra, el agracejo, el jaguarzo, la jara de hoja de laurel, la jara blanca, el eleboro, el majuelo o el escaramujo. 

Esta vereda nos conduce hasta el final de la pista que parte desde la casa forestal Los Peñoncillos. Este camino es cómodo y sombreado por una abundante vegetación arbórea, llamando poderosamente nuestra atención un bosquecillo de secuoyas. También encontramos cipreses, cedros, tuyas o algunos abetos. 

Tras pasar al lado de un pozo, nos encontramos tras un desvío a la izquierda con la Casa Forestal de Bolones donde paramos a tomar la fruta. Nos ponemos en "bolones" para hacernos una foto y proseguimos. 

Continuamos la pista hasta llegar al cruce de caminos próximo a Los Peñoncillos. En esta casa hay una curiosa veleta con lo que parece un lobo, carnívoro tristemente extinguido en esta sierra. 

Seguimos caminando hacia la izquierda en dirección a la Fuente de la Teja por el Barranco de la Tejoneras. Llegamos al Mirador de las Veguillas donde nos hacemos otra instantánea con el valle del Darro al fondo y las trincheras de las veguillas en el cerro frontero.  

Continuamos hasta la abandonada área recreativa de la Fuente de la Teja, uno de los lugares donde nace el Darro, el río del oro que tras abandonar la sierra y entrar en Granada tendrá el privilegio de pasar junto a la Alhambra; se convierte así en un río chico pero inmortalizado en los versos de aquellos poetas que se inspiran en nuestra ciudad. en la fuente teja hay pero agua ni gota. 

Tras almorzar un bocata, regresamos acercándonos al río por el barranco del Polvorite. Cada vez se va haciendo más angosto y la vereda gana en encantos. 

Serpenteamos a un lado y otro del Darro que, tímido, se esconde bajo tierra. Poco a poco el valle se abre y llegamos hasta un ensanche sombreado por altos chopos. Nos han acompañado unos arbustos conocidos como adelfillas de Gibraltar. 

Nos detenemos delante de unos muros de contención bajo los cuales, a la izquierda, aparece tallada una curiosa cruz en la piedra. Subimos a la izquierda por unas escaleras talladas en la roca y seguimos la vereda hasta llegar al nacimiento del Darro en la Fuente de los Porquerizos donde nos detenemos a contemplar las surgencias pacientes de agua. 

Continuamos por una cómoda pista forestal hasta coger el camino de la acequia de Huétor Santillán. Transcurre por la margen izquierda del Darro; a su derecha la acequia del Haza del Rey. 

Tras 16 kilómetros y 400 metros de desnivel acumulado, llegamos de nuevo a la Ermita de los Dolores con las piernas cansadas y los pulmones limpios.  

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