sábado, 19 de marzo de 2022

Casa de Porras en Maro y Cerro Gordo.

 

En esta ruta nos acercamos así a la vera del mar, a un espacio natural protegido poco conocido (Los Acantilados de Maro – Cerro Gordo). Está situado en una comarca cuyo clima subtropical define un entorno natural y una agricultura muy peculiar. En un boceto del paisaje dibujaríamos una sucesión de escabrosos acantilados y barrancos intercalados de playas y pequeñas calas, salpicados de viejas torres vigías que todavía mantienen el romanticismo de antaño.

Maro – Cerro Gordo fue declarado Paraje Natural en 1989 debido a la singularidad de su paisaje, a sus ricos y diversos fondos marinos y al gran interés de la vegetación que alberga. Este espacio natural protegido, compartido entre Málaga y Granada, consta de 395 hectáreas de acantilados y de una franja marina de una milla mar adentro. Gracias a su abrupto relieve (acantilados que superan los 80 metros de altura) se ha visto libre de las fuertes transformaciones sufridas por otras zonas del litoral mediterráneo.

 

En el paisaje de Maro - Cerro Gordo las Torres de Vigía del siglo XVI tienen un gran protagonismo. Cinco torres definen el contorno del paraje: Cerro Gordo, La Caleta, El Pino, la Miel y Maro. Los fondos marinos de este paraje presentan una gran riqueza natural debido a que en una zona muy reducida encontramos muy diversos tipos de substratos (rocosos y arenosos).


En la N-340, entre el km. 302, se encuentra el inicio de nuestra ruta, el aparcamiento de la Playa del Cañuelo. Nos encontramos entre La Herradura y Nerja. El carril desciende zigzagueando hasta la playa ofreciendo unas impresionantes vistas del litoral. Justo en su inicio encontraremos un templete dedicado a San Judas Tadeo. Siguiendo unas marcas azules, no desviamos a la altura de este templete para encontrarnos con un fabuloso algarrobo y el pino llamado de los tres brazos, junto al cerro de los Caracolillos. 

Regresamos por nuestros pasos hasta el carril de bajada al Cañuelo. 

Una vez en la playa la recorremos hacia la izquierda, en dirección a los Acantilados de Maro, dejando a la derecha la Torre del Pino. Impresionan las aguas de esta zona por su transparencia ya que al ser de guijarros y arenas gruesas es más difícil que el oleaje remueva los fondos y los enturbien. Por este motivo y por la riqueza en la biodiversidad que alberga es un punto muy apreciado por los buceadores.

Cuando acaba la playa, a la altura de un viejo pino, hay un pequeño y abrupto ascenso hacia los acantilados. 

Dejamos atrás un entrante en el mar con unas construcciones derruidas a las que nos podemos asomar; es el Peñón del Fraile, un saliente rocoso donde nos asomamos hasta su punta para contemplar los vuelos de cormoranes y gaviotas. Proseguimos por los acantilados dejando a nuestros pies la preciosa Cala de la Doncella, casi inaccesible, vigilada por altos riscos que guardan celosamente su belleza.

Seguimos el moderado ascenso por una senda señalizada con las marcas rojas y blancas del GR-92. Es el llamado “Senda del Mediterráneo” que a su vez forma parte del sendero europeo E10 que discurre por toda la costa mediterránea de Cataluña, Valencia, Murcia y Andalucía hasta el Estrecho de Gibraltar.

Nos desviamos a la derecha para acercarnos a la Torre Caleta. Vale la pena detenerse en esta torre defensiva costera y admirar las vistas de los acantilados desde este punto. Es una de las tantas torres vigías diseminadas por la costa para advertir de la presencia de incursiones de piratería que realizaban los moriscos de África.

Regresamos al sendero que traíamos, que nos llevará hasta la playa nudista de Cantarriján, que vamos divisando desde el camino. El sendero asciende entre un pinar con un sotobosque lleno de jara, romero, lentisco, esparto, palmitos, salvia y encontramos algunos algarrobos, acebuches y cornicabras; una frondosidad espectacular en su riqueza y diversidad. A nuestro paso es posible que nos salgan ejemplares de cabra montesa, frecuente en estos cortados.

Como nos apetece meter un poco de dificultad al recorrido, antes de iniciar la bajada a la playa, nos desviamos a la izquierda por una vereda que nos conduce con un desnivel apreciable hasta lo alto del Cerro de la Caleta. 

Unas marcas azules van dándonos pistas para no perder la senda. A nuestra derecha aparece la impresionante pared rocosa de los Tajos del Calderero que se alzan verticalmente hasta los 239 m, máxima altura de este cerro, conformando la parte más agreste. Si la continuáramos, llegaríamos hasta los caracolillos y al templete de Judas Tadeo, pero nosotros regresamos con cuidado por donde subimos para bajar a la playa. 

El sendero conecta con el carril que baja hasta la playa desde la carretera, pero nosotros tomamos el barranco que baja paralelo hasta el mar. Por el transcurre el Arroyo de Cantarrijan. 

En Cantarriján aprovechamos para disfrutar de este paraíso cercano y algunos meten los pies en las frías aguas o incluso se dan un chapuzón. Y el guia de senderismo realiza algo imperdonable: sacarlos de aquel lugar. 

La vuelta la haremos por el margen del arroyo Cantarriján, un arroyo estacional que nos conduce por una vaguada sombreada por cañaverales hasta que se adentra en el monte y atraviesa varias huertas en explotación hasta llegar de nuevo a la zona de aparcamientos.

Y ponemos punto y final a la ruta y al módulo II de senderismo. Esperamos que hayamos definido con elegancia un programa de veredas dignas de tan magníficos caminantes. 


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