sábado, 7 de mayo de 2022

Casa de Porras en el Gollizno

La segunda ruta del Senderismo de Casa de Porras transcurre en por unos parajes denominados la última frontera del reino nazarí o el granero de Granada. 

Sus tierras de labor, tan antiguas como sus centenarios olivos, se alternan con pinares de repoblación y manchas de bosque mediterráneo. 

La vegetación de ribera se encajona entorno al río siempre turbio y las rupícolas se agarran a las rocas de las abruptas laderas. Aparecen cuevas por todas partes en cuyos salientes uno puede imaginar a sus antiguos habitantes asomándose al valle. 

Caminamos veredas que han sido trazadas desde antaño por el paso de diferentes culturas; han dejado su impronta en numerosas pinturas rupestres repartidas en las cavidades y abrigos de sus sierras.

Comenzamos en Olivares, en el barrio situado junto al Barranco de los Piñares. Ascendemos hacia Moclín dejando el valle y el caudaloso Velillos a nuestra derecha por una empinada pista forestal que forma parte del Camino Mozárabe. 

En la exigente subida, rodeados de mil flores, pasamos por el área recreativa de Olivares, por la pequeña Ermita de la Virgen de las Angustias y por el Mirador de Olivares. 

Llegamos a Moclín pasando junto al Cortijo Higueral. El nombre está más que justificado ya que le preceden unas higueras cargadas de higos. Por la calle Llanete y la pintoresca calle Amargura, subimos hasta la Ermita de San Antón. Dejamos a pocos metros la Iglesia Nuestra Señora de la Encarnación y el Pósito del Pan. Y en lo alto de la localidad El Castillo. 

El castillo fue construido a mediados del siglo XIII para la defensa del Reino Nazarí de Granada. Se encuentra situado a 1.100 m y jugó un papel esencial en el control del paso entre Alcalá la Real y la Vega de Granada, tras la firma del Pacto de Jaén.  

Moclín deriva de la denominación del vocablo árabe-hispánico "Hisn Iqlim" o "castillo del distrito", una de las treinta y tres demarcaciones territoriales en que los nazaríes dividieron el Reino de Granada. Otras fuentes apuntan a que podría derivar de "Hisn al-Muklin" o "fortaleza de las pupilas".

Ahí tomamos la vereda que nos llevará hasta la Fuente Corcuela. Pero antes, al comenzar la bajada, nos desviamos a la derecha por una vereda que nos conduce a un bonito mirador natural hacia el Velillos y el Castillo, el Tajo de las Palomas.

Seguimos bajando y nos encontramos, casi al final del descenso, antes de llegar a la fuente, un caminillo que parte hacia la izquierda y nos conduce a la cueva o abrigo de la Araña, donde contemplamos pinturas rupestres esquemáticas de cabras y sus cazadores. Sobrecoge pensar la de miles de años que ésos pigmentos han resistido al paso del tiempo.

Nos detenemos en la fuente Corcuela con su peculiar surco en forma de caracol. 

Desde allí nos encaminamos al río Velillos, a la conocida vereda del Gollizno. Nos adentramos en los "Tajos de la Hoz", garganta natural excavada por el constante fluir de las aguas que, junto a la exuberante vegetación ribereña, aportará al senderista una agradable sensación. 

Pasamos por las pasarelas y el pintoresco puente sobre la presa de la Fábrica de la Luz, la mini central hidráulica del Salto del Diablillo.  

Por estos caminos, rondaba a sus anchas el bandolero Parrón, del que habla una de las leyendas escritas por Pedro Antonio de Alarcón. La fuente de la Buena Ventura por la que pasamos nos la recuerda. 

Llegamos a Olivares, tras recorrer unos 9 km, una de las siete villas que conforman el municipio de Moclín junto con Tiena, Puerto Lope, Tózar, Limones y Gumiel. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un día espléndido, la ruta muy chula. Hemos disfrutado de un paisaje magnífico.