domingo, 15 de mayo de 2022

Ruta Nocturna por la Alfaguara

En una noche de luna a la que le falta un pedacito de queso para estár completamente redonda, realizamos una mágica ruta nocturna de unos 12 kilómetros que nos conduce por el corazón de la Sierra de Huétor. Trece kilómetros trazados por la historia y las historias de estos enigmáticos parajes con el grupo de senderistas de Casa de Porras. Un paseo para sentir cómo cambia la sierra de noche y comprender el poder hipnótico de la luz lunar.

Nuestro camino comienza junto a la carretera que conduce a la Alfaguara, a 4 kilómetros de Fuente Grande, en Alfacar. Ascendemos por un carril forestal junto al precioso Barranco del Puerto, situado a nuestra izquierda. Seguimos la señalización de las balizas, tomando a la izquierda en el primer cruce que encontramos. La senda transcurre por este húmedo barranco donde abundan los quejigos, enebros y rascaviejas. 

Tras aproximadamente 900 metros de recorrido, abandonamos esta vereda para continuar a la derecha por un camino donde el pinar torna en prados abiertos. Aquí encontraremos los restos de una antigua fuente abrevadero y un regato. Estamos en la Alfaguarilla, diminutivo del paraje cercano de la Alfaguara que significa zona de abundantes fuentes.  El rey de estos prados es Pino Gordo, un enorme pino resinero centenario. 

Dejando atrás a este magnífico árbol, tomamos una vereda a la derecha que se va estrechando al tiempo que serpentea entre pinos, encinas y quejigos. Si encendemos los frontales nos vemos inmersos en un mar de polen que danza a nuestro alrededor. Proseguimos hasta llegar a un cruce; tomamos la dirección hacia la Cueva del Agua. Por una vereda umbría llegamos a este emblemático lugar moldeado con agua y paciencia. 

Entramos en la cueva despertando a algún murciélago perezoso. Apagamos los frontales y permanecemos en silencio, escuchando el susurro de la cueva, el incesante sonido de las gotas que va pariendo la paciente roca caliza.

Antes nos encontramos con varios sapillos corredores (Epidalea calamita) que deambulan por el camino. Con sus cortas extremidades adaptadas al caminar, como verrugosos senderistas que son, abren sus ojos en busca de alimento. 

Retornamos hasta el transformador que daba electricidad al sanatorio que en breve visitaremos y descendemos hasta rebasar el cruce que tomamos para ascender a este paraje. Seguimos bajando hasta llegar a la pista forestal que seguimos unos metros a la izquierda para luego salirnos de ella por una vereda más estrecha a la derecha en dirección a Fuente Fría.

Llegamos así hasta el Monte de Juan o de Fuente Fría. Lo rodearemos deteniéndonos en el Sanatorio de Tuberculosos de la Alfaguara. Dos magníficos cipreses con un porte poco habitual nos dan la bienvenida. Estamos ante las ruinas de un lugar donde, desde 1920, se curaron muchas personas aquejadas de tuberculosis gracias a los cuidados y dedicación del equipo dirigido por Bertha Whilelmi (1858-1934) y Elena Bickman, que fue quien lo mantuvo hasta los años cincuenta. Allí paramos para cenar.

Bertha nace en Heilbronn en 1858 y llega a Granada hacía 1870, cuando cuenta doce años. Esta mujer alemana, que siempre manifestó un gran amor por la naturaleza, y que habitualmente la nombramos al contar historias fantasmagóricas sin fundamento alguno, realmente fue una mujer valiente de reconocida humanidad filantrópica. Fue muy notable su participación en la Institución Libre de Enseñanza. También se integró en la lucha feminista y en 1912 creó con su propio dinero una escuela mixta en Pinos Genil y una biblioteca popular con el apoyo del Ayuntamiento.

Además, se implica en la lucha contra el analfabetismo, la pobreza y la tuberculosis que sufrían los ciudadanos más desfavorecidos de Granada. Culminó su proyecto con la construcción del Sanatorio de la Alfaguara, en el pueblo granadino de Alfacar, en plena Sierra de Huetor, en el que invirtió todos sus ahorros. Fue inaugurado en 1923. 

Recientemente ha sido consolidado para frenar su deterioro. Y desde este humilde blog queremos frenar también el deterioro del recuerdo de Bertha; es triste y peligroso que intentemos difuminar su valiente carácter laico, feminista y valeroso tras el velo de historias de locura fantasmal. 

Seguimos rodeando este monte deteniéndonos en Fuente Fría, uno de los manantiales más conocidos de la sierra de la Alfaguara que surtía de agua al sanatorio. 

Pero antes, ascendemos por una vereda perdida hasta las trincheras de la Guerra Civil en el Cerro de la Encina (1500 m), que tienen su vereda a 700 metros antes de alcanzar la fuente. Mostramos algunas fotos realizadas días antes al atardecer. 

Solo hay que tomar el camino que parte a la izquierda del carril y recorrer menos de 200 metros entre bosque de matorral, encinas y quejigos. Al llegar a un prado donde destacan los gamones, encontramos las estructuras defensivas desde las que se domina el valle de Víznar y Alfacar y gran parte de la sierra.


Nos movemos con el corazón sobresaltado por túneles y galerías, sintiendo la angustia allí vivida. Hoy la naturaleza ha engullido las trincheras, dándoles la dignidad de formar parte de su paisaje. 

Luego, al cerrar la circunferencia alrededor del monte de Juan,  bajamos hacia la Alfaguara tomando una vereda que desciende a nuestra derecha. El carril llega hasta una amplia pista forestal que la tomamos en ascenso moderado a la izquierda. El Peñón de la Mata surge como un coloso a nuestra derecha. Dejamos atrás la vereda que nos conduciría a las Trincheras del Fraile, de las que mostramos una foto y, casi llegando al desvío para la Alfaguara, el camino que asciende a las Trincheras de la Sierra de la Yedra.

Solo resta continuar por la carretera hasta llegar, después de cuatro horas y media, al punto de inicio del recorrido. 11,6 kilómetros con un desnivel acumulado de 256 metros. 


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