sábado, 18 de noviembre de 2023

Casa de Porras en la Dehesa del Camarate

Hoy los y las senderistas de Casa de Porras nos vamos a la Dehesa del Camarate, en Lugros, uno de los rincones más hermosos del Parque Nacional de Sierra Nevada, un auténtico tesoro de joyas botánicas salvadas de la intervención humana.

Se encuentra en la vertiente norte de Sierra Nevada. Es una reliquia casi intacta que ha sobrevivido milagrosamente a la mano del hombre y a los desastres naturales. La finca del Camarate ha sido dehesa de reses bravas hasta hace pocos años. Los toros se encargaron de mantener alejados a los curiosos y al bosque en perfecto estado de revista. Desde la conquista castellana del reino nazarí, los bosques de Lugros se han mantenido históricamente dentro de una continuada titularidad privada que, al impedir el libre acceso, evitará la esquilmación de sus recursos forestales, salvándose así de la masiva repoblación forestal del pasado siglo XX.

En 2002 una parte de la dehesas fue adquirida por el Ministerio de Medio Ambiente, y puesto a disposición  y para el disfrute de todos los ciudadanos. Hoy hacemos lo propio, disfrutamos de la ruta otoñal por excelencia, del bosque encantado de la Dehesa del Camarate. 

Partimos de Lugros, junto al Puente de las Herrerías, donde hay un viejo molino y una sombreada área recreativa. Antes de que la carretera cruza el barranco del Río Alhama, sale a la derecha, un carril que continúa paralelo al río, hasta que se introduce en su valle un par de kilómetros más arriba. A la izquierda dejamos una caudalosa acequia. Continúa unos 4 km hasta la entrada de la finca, es la Cañada Real de los Potros, una de las vías pecuarias que unen Granada con Jaén.

Llegamos así al pórtico que da entrada a La Dehesa del Camarate, estamos en el paraje conocido como Horcajo del Camarate. El río Alhama se divide en dos cursos fluviales, el propio río Alhama a la izquierda, y el arroyo de Las Rozas a la derecha. También confluye en ese punto el Barranco de Guadix. Esa confluencia fluvial crea un horcajo presidido por el Cerro de Los Carneros.

Nos encontramos las ruinas de lo que en su día fue una preciosa ermita con su escalinata tapizada de musgos; también observamos los corrales de embarque desde donde eran trasladadas en camiones las reses bravas que se criaban aquí en el siglo pasado. 

Es a partir de ahora cuando entramos en el “Bosque Encantado”. Nos remite a tiempos pasados ya que se trata de un bosque húmedo primitivo, típicamente mediterráneo, una reliquia que se mantiene casi inalterada en estos insólitos y bellos lugares. Tras un fuerte y umbrío zigzag, la pista asciende por la derecha del barranco. Al otro lado de éste se nos muestra el Cerro de los Carneros con su cara norte alfombrada de bosque.

Las primeras rampas son más exigentes, pero conforme ganamos altura el sendero se torna más cómodo y amplio. Al frente el Picón de Jerez y Los Catifas. Disfrutamos de bellas panorámicas coloreadas por una variada gama de arbolado: robles melojos, arces, serbales, cerezos, manzanos silvestres, quejigos, sauces y mostajos con sus frutos rojos. Esta vegetación conforma el célebre y policromado Bosque del Camarate.

Continuamos subiendo, y tras cruzar el umbroso barranco de las Rozas, el carril nos lleva hasta el collado del Cerro de los Carneros situado a 1.722 m. La vía se bifurca: el ramal derecho baja hasta el cercano Cortijo del Camarate, mientras que el ramal derecho sube en dirección hacia la cabecera de la amplia cuenca de recepción del río Alhama. Desde este collado podemos ver el cerro del Mirador Alto (2.684 m) y, tras él, el Picón de Jérez (3.088 m). Si echamos una mirada retrospectiva, en dirección norte, veremos la amplia Hoya de Guadix. Más lejos identificamos los perfiles de Sierra Mágina y las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas.

Desde aquí ascendemos a unos prados en los que permanece un antiguo tentadero, posiblemente el más alto de España, situado al abrigo del Pico de la Corona y del Pico de Las Catifas.

Tras descansar, retornamos por los mismos caminos hasta el Puente de las Herrerías, pero ahora el último tramo lo realizamos acompañando la serpenteante acequia. Una ruta magnífica de 21 kilómetros y 850 metros de desnivel acumulado. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Preciosos paisajes.