sábado, 23 de abril de 2022

Comienza el senderismo de primavera

Damos comienzo, el 23 de abril, Día del libro,  al módulo de primavera de la actividad de senderismo de Casa de Porras. La mañana fresca y nublada respeta nuestros pasos y nos regala algunos instantes de reconfortante sol. 

Como todos los inicios, la ruta comienza en el Palacio del Almirante y la realizamos por el entorno de la ciudad; y es que Granada tiene unas fronteras maravillosas donde se entremezcla naturaleza, patrimonio y ruralidad. 

Tras hacer una foto de rigor en Casa de Porras, andurreamos por placetas y callejuelas del Albaicín, disfrutando de esos rincones únicos coloreados con las glicinias, de los aljibes y de los encuadres sorprendentes de la Alhambra que surgen donde menos se los espera. 

Pasamos por el Aljibe del Trillo, Las Tomasas, Bibalbonud y el de Santa Isabel de los Abades. Y llegamos al mirador de la Cruz de Rauda (siglo XVI). 

En el siglo XIII, en esta zona del barrio existían casas cueva, huertos, el cementerio musulmán de el Maqbarat al-Rawda. Donde estuvo la mezquita y el cementerio, se construyó en 1526 la iglesia de Santa Isabel de los Abades. Esta iglesia tenía en sus inmediaciones una modesta cruz ochavada realizada en piedra, la Cruz de Rauda, de estilo renacentista levantada sobre una pequeño pedestal de base cuadrada.

Desde allí, por unas escaleras infinitas nos alzamos hasta San Miguel Alto.  Uno de los elementos más característicos de todas las postales del Sacromonte es la presencia de la ermita de San Miguel Alto, coronando el cerro del Aceituno, donde decían que había un viejo olivo que daba frutos el día de San Juan.

La Ermita de San Miguel Alto se levantó sobre la Torre del Azeytuno, punto fuerte de las torres que componían la cerca de Don Gonzalo, una muralla exterior que protegía la población musulmana de las incursiones cristianas. La Torre del Azeytuno era el punto más elevado de la muralla zirí. En 1671 se mandó a derribar la torre, y se construyó allí la ermita dedicada al arcángel San Miguel. Los franceses durante su invasión, en 1810, instalaron en la ermita un fortín que detonaron en su huida de Granada en 1812, dejando tras de sí una montaña de escombros.

Desde allí tomamos una serie de veredas que van serpenteando por los distintos barrancos hasta llegar a un cortafuegos desde el que contemplamos la Abadía. Destaca el verde moteado con los colores de las efímeras y delicadas flores de primavera.

Tomamos una vereda que sigue el Barranco del Sacromonte hasta conducirnos a la carretera del Fargue, es la conocida como senda azul. 

La cruzamos a la altura de un cartel que anuncia la Abadía del Sacromonte. Nos olvidamos de una vereda que transcurre paralela a la carretera y tomamos otra perpendicular que luego se desvía a la derecha. Ascendemos unos metros para luego desviarnos a la izquierda por otro camino menos patente que desciende entre olivos. Llaman la atención las pequeñas orquídeas y los morados nazarenos. 

Vamos descendiendo paralelos al Barranco del Polvorín hasta el Barranco del Hornillo. El perfil de Sierra Nevada, en el horizonte, se oculta tras las nubes bajas. Y se observan laderas que la erosión a cortado como el queso un cuchillo. 

Cruzamos este arroyo, desviándonos a la derecha. Aunque antes, un grupo de correcaminos ascienden con gran energía un cuestarrón en dirección al Fargue. El perro pastor les muerde el trasero para llevarlos de nuevo al redil. 

Una vez agrupados, comenzamos a ascender por una bonita vereda rodeada de pinos. Cuando finaliza la ascensión encontramos frente a nosotros el valle del Darro, el Cerro del Sol y el Llano de la Perdiz.

Ahora comenzamos la bajada hasta el camino de Beas por la famosa Cuesta del Garbanzo. Aparecemos a la altura del Cortijo de los Solteros. 

Seguimos el camino de Beas en dirección a Granada hasta llegar a la altura de la Abadía del Sacromonte. Subimos por una veredilla que une la Ermita del Santo Sepulcro con la Cruz del Torcido de la Seda. Pasamos por las Santas Cuevas y por la Abadía, para bajar por el camino de las Siete Cuestas. 

Esta abadía, construida junto a las Santas Cuevas, tuvo gran importancia como complejo cultural y religioso. En 1595 se hallaron, en el monte Ilupitano (actualmente el Sacromonte), unas reliquias que atribuyeron a San Cecilio, discípulo del Apóstol Santiago, así como unas placas de plomo escritas en árabe, en unos hornos de época romana; se conocieron como los libros plúmbeos. El fervor que despertó dió lugar a un vía crucis con 1200 cruces que terminaba en una pequeña capilla dedicada al Santo Sepulcro. 

Luego regresamos a Granada por la maravillosa Verea de Enmedio pasando por el Mirador de Mario Maya y la Fuente de la Amapola. 

Por la Cuesta de los Chinos bajamos hasta la del Chapiz. Finalizamos la ruta junto a la Casa del Chapiz, bajo la atenta mirada del Chorrohumo, tras unos 10 km recorridos. 

Mariano Fernández Santiago, conocido como "Chorrojumo", fue un gitano granadino de la segunda mitad del siglo XIX. El nombre le venía de su oficio original, el de herrero, y su inmortalidad se debe en buena medida al pintor Mariano Fortuny que en una visita a Granada lo pintó disfrazado con un traje de gitano goyesco, hacia 1868. El gitano astuto, le gustó el disfraz se autocalificó como “rey de los gitanos” y “señor de los bosques de la Alhambra” y se dedicó a ganarse la vida contando a los turistas historias sobre la Alhambra.


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