jueves, 7 de abril de 2022

Niebla en el Castillejo

Últimamente los miércoles no están siendo días soleados. El frío, la lluvia y la niebla están causando que nuestros senderistas de Buenos Aires no se animen a ponerse las botas y salir al campo. Pero como en las viñetas de Asterix y Obelix, siempre hay un grupo de irreductibles galos que se lanzan a la aventura. 


En una mañana primaveral, fría y difuminada por la niebla, nos vamos al Valle del castillejo en Güejar Sierra.

Desde Güejar bajamos a la  Central Eléctrica del “El Castañar” y al embarcadero. Cruzamos el puente y comenzamos el ascenso subiendo por una carretera asfaltada, de momento. Pronto termina, una vez andados los doscientos primeros metros, y nos incorporamos al carril que parte a nuestra derecha. Continuamos por el carril que pronto asciende hacia el Cortijo de los Julianes. 

Aquí es donde se inicia propiamente la vereda hacia el Castillejo que nos conduce, tras pasar por huertas con cerezos en flor, por una respetable pendiente, hasta colocarnos en el Barranco del Castillejo.

Conforme caminamos nos vamos aproximando al arroyo que baja por el barranco hasta que nos encontramos con un sitio fácil por donde cruzarlo. En este punto se encuentra una refrescante fuente; es la llamada Fuente del Tío Perrancano. 

Cruzamos al otro lado, atravesando el arroyo, y continuamos en ascenso para dirigirnos hacia el Cerro del Castillo, al que debemos de atacar por su lateral derecho conforme miramos hacia Güejar Sierra y al imponente Calar, que tenemos justo enfrente.  

Llegamos a un verde collado donde observamos una antigua era de piedra y un cruce de veredas: la de la derecha nos eleva en un último impulso hasta los restos del Castillejo y al Mirador en donde se encuentra enclavada una vieja cruz de madera.

Regresamos por las mismas veredas completando un recorrido circular de unos 8,5 kilómetros.

Esta ruta forma parte de otra más amplia conocida como “El paso de los viajeros románticos” ya que estas veredas se vinculan con ilustres escritores y prestigiosos botánicos como Simón de Rojas Clemente y Charles Edmon Bossier durante los siglos XVIII y XIX. 

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