sábado, 20 de marzo de 2021

Senderismo de Casa de Porras en Lanjarón

Finalizamos el módulo II de senderismo de Casa de Porras realizando el precioso sendero circular “Acequias del Aceituno y Cecarta” que empieza y termina en el pueblo de Lanjarón. La primavera aprovecha la abundancia del agua, las huertas aterrazadas y la diversa vegetación para mostrarse en todo su esplendor.  

Comenzamos frente al Balneario, en la oficina de información turística. Entramos en el Parque del Salao que debe su nombre a las aguas ferruginosas que lo atraviesan en forma de pequeño riachuelo. Seguimos una vereda por el Barranco del Salado hasta llegar al castillo árabe del siglo XIII. Sirvió de vigilancia, refugio y defensa de la población.

Se alza en un cerro calizo que aparece entre la confluencia del Barranco del Salado y el río Lanjarón. Es un recinto fortificado de planta cuadrangular en el que destaca la torre del homenaje. En su interior se puede apreciar el espacio destinado a un aljibe para su autoabastecimiento.

Desde el castillo contemplamos el Tajo Colorao. Es un gran paredón calizo vertical, de tonos anaranjados que presenta un desnivel con el cauce del río de más de 180 metros.

Retornamos al pueblo y por la Calle Virgen del Pilar llegamos al ayuntamiento. El nombre de Lanjarón parece proceder de la voz prerromana "lanchar", que significa lugar abundante en aguas. Sus restos arqueológicos ponen de manifiesto la importancia del lugar en el perí¬odo árabe andalusí¬. Tuvo una destacada participación durante la guerra de la Independencia contra los franceses; a sus habitantes se les conoce también con el gentilicio de "cañoneros", por el eficaz uso que hicieron de un antiguo mortero contra las tropas napoleónicas.

Comenzamos la ruta, que está muy bien señalizada, atravesando el Barrio Hondillo, de origen judío. Es un laberinto de estrechas calles, placetas y tinaos, estos últimos muy característicos de las Alpujarras (espacios cubiertos de ámbito semiprivado con una estructura de viguería sobre la calle). 

Tras pasar el colegio, nos adentramos por sendas que discurren entre huertas escalonadas donde florecen los membrillos, almendros y otros frutales; flores de todo tipo delimitan los caminos. Numerosos almeces ayudan a detener la erosión de las terrazas. 


Nos topamos con los primeros castaños, viejos como el trazado de las acequias. Y pronto nos encontramos con una de ellas, la Acequia del Aceituno que parte del río Lanjarón desde la alberca del Aceituno a la que nos acercamos. Cuenta con protecciones en sus pasos más expuestos.


Subiremos por una vereda serpenteante, donde despuntan los gamones; el bosque de galería de mimbreras serpentea marcando el curso del rio Lanjarón. En las laderas los colores delatan la presencia de grupos de encinas, almendros y castaños aún desnudos.

Alcanzamos el Área Recreativa Huerta de las Monjas que cuenta con ejemplares de castaños centenarios, una fuente de agua fresca y una curiosa cabaña. 

Reponemos fuerzas y tras una ligera subida con vistas hacia el valle y la cabecera nevada del río Lanjarón, llegamos a la Acequia Cecarta. La acompañaremos en sus derivaciones y descenso, disfrutando de un maravilloso paseo mientras riega numerosos frutales y huertos en terrazas. Las rascaviejas amarillean. 

Es un camino de herradura muy verde y siempre acompañado por el murmullo del agua. Une las eras de Lanjarón, dónde se realizaba la trilla de cereales y leguminosas, para separar el grano de la paja aprovechando el viento. El tramo final es bastante empinado, desembocando al centro de Lanjarón precisamente por la calle Cuesta. 

Una magnifica ruta de despedida de unos 7 km y un desnivel acumulado de 400 m. 

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