sábado, 23 de marzo de 2024

Casa de Porras en el mar.

Maro – Cerro Gordo fue declarado Paraje Natural en 1989 debido a la singularidad de su paisaje, a sus ricos y diversos fondos marinos y al gran interés de la vegetación que alberga. Este espacio, compartido entre Málaga y Granada, consta de 395 hectáreas de acantilados y de una franja marina de una milla mar adentro. Las Torres de Vigía del siglo XVI tienen un gran protagonismo: Cerro Gordo, La Caleta, El Pino, La Miel y Maro. 

Iniciamos la ruta en Cerro Gordo, visitando su precioso mirador y la atalaya. Nos encontramos plantas tan singulares como la olivilla o el espino cambrón.

Nos trasladamos con los coches hasta el aparcamiento de la Playa del Cañuelo. El carril desciende zigzagueando hasta la playa ofreciendo unas impresionantes vistas del litoral. Justo en su inicio nos encomendamos en un templete dedicado a San Judas Tadeo. 

Una vez en la playa la recorremos dejando a la derecha la Torre del Pino. Cuando acaba la playa hay un pequeño y abrupto ascenso hacia los acantilados. 

Nos desviamos a un entrante en el mar con unas construcciones derruidas a las que nos podemos asomar; es el Peñón del Fraile. Nos sobrevuelan las gaviotas y una majestuosa garza real. Proseguimos por los acantilados dejando a nuestros pies la preciosa Cala de la Doncella.

Seguimos el moderado ascenso por la senda donde abundan romeros, lentiscos y espartos. Nos desviamos a la derecha para acercarnos a la Torre Caleta. Las cabras monteses nos miran con curiosidad.

Regresamos al sendero que traíamos, que nos llevará hasta la playa de Cantarriján, que vamos divisando desde el camino. A nuestra izquierda aparece la impresionante pared rocosa de los Tajos del Calderero que se alzan verticalmente hasta los 239 m, máxima altura de este cerro.

El sendero conecta con el barranco que baja paralelo hasta el mar. Y disfrutamos de las aguas limpias frías y algo agitadas. Con el rumor de las olas de fondo entablamos animadas conversaciones.

La vuelta la haremos por el barranco del Cantarriján, un arroyo estacional que nos conduce por una vaguada sombreada entre cañaverales. Se adentra en el monte de pinos y atraviesa varias huertas hasta llegar de nuevo a la zona de aparcamientos.


Completamos así la ruta de 8 kilómetros y 250 metros de desnivel acumulado. Muchas gracias a las y los senderistas por acompasar sus pasos y sus simpatías en todos estos caminos. De corazón. 


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