En el contexto de las actuaciones de promoción del camino mozárabe, hoy en Albolote realizamos un recorrido hacia Sierra Elvira, en concreto hasta el Torreón de Albolote. Participan chicas y chicos de 1º y 2º de la ESO del CC Ave María. Contamos con la colaboración de Javier Milena, responsable del área de turismo de la localidad al que agradecemos su ayuda.
La idea es enlazar este camino con el camino Real de San Juan de la Cruz. Ambos llegaban a esta localidad divergiendo luego de modo que uno se trazaba al sur de Sierra Elvira para ir hacia Moclín y otro al norte pasando por El Chaparral y dirigiéndose hacia Úbeda. De este modo, esta peculiar sierra es un mirador privilegiado para interpretar ambas rutas culturales.
El Camino de San Juan de la Cruz es una serie de veredas que recorren los lugares por los que anduvo durante su permanencia en Andalucía, desde 1578 a 1591. Un sector de este camino va desde Granada a Úbeda pasando por Albolote.
Tras introducir en clase la actividad y repartir los cuadernos didácticos que guían el recurso nos ponemos a caminar. Pasamos por la Iglesia de la Encarnación donde hablamos de Lucilo Carvajal, hijo pródigo de Albolote que tiene una vida muy interesante. Allí también encontramos un cartel que habla de la divergencia del camino Mozárabe y el Real.
Llagamos hasta la Placeta de la Reina donde degustamos unos dulces mozárabes como complemento del almuerzo. Antes les hablamos del efecto isla de este lugar y de su más peculiar endemismo, la concha de Sierra Elvira. Y en el cercano mirador hacia el embalse del Cubillas damos unas nociones sobre la formación de esta sierra y los elementos de su paisaje. Nos ayudamos con unas patatas.
Ascendemos hasta el Torreón donde hablamos de este elemento patrimonial emblema de Albolote. Leemos una poesía de San Juan de la Cruz (1542-1591), considerado como el máximo exponente de la poesía mística y uno de los principales representantes de la poesía en lengua castellana de todos los tiempos.
Buscando mis amores / iré por esos montes y riberas; / ni cogeré las flores / ni temeré las fieras; / y pasaré los fuertes y fronteras.
Y descendemos por la solana tomando la vereda que llaman el río de piedras. Retornamos así al pueblo con la satisfacción de un camino bien trazado.
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