sábado, 4 de marzo de 2023

La Acequia del Toril y el Cerro de la Mina.

Hoy hemos realizado una ruta increíble por el Geoparque de Granada entre desiertos y cascadas. El hielo y las aguas calientes nos han regalado paisajes imposibles. 

Comenzamos a caminar cerca de Guadix, en la confluencia de los ríos Fardes y Gor, donde se encuentra el Balneario de Alicún de las Torres. En la zona emergen varios manantiales de aguas termales, que pudieron ser utilizadas desde tiempos prehistóricos, puesto que en sus inmediaciones se encuentran numerosos restos de dólmenes, pertenecientes al Parque Megalítico de Gorafe. 

Entre todos los manantiales destaca la conocida como Acequia del Toril. Es un acueducto natural único en Europa que se ha formado por la precipitación de caliza travertina y tiene hasta 15 m de altura. El agua corre a unos 35ºC cargada de sales. 

Pero comenzamos la ruta ascendiendo por la ladera sur del Cerro de la Mina. En unos tres kilómetros pasaremos de los 770 m de altitud de los Baños a los 970 metros de la cima de este cerro. 

La subida se hace por una cómoda pista que serpentea por unos terrenos agrestes donde crecen los espartos. Pasaremos por dos lagunas formadas por surgencias de agua que se embalsan merced a la impermeabilidad de estos terrenos arcillosos. Desde la cumbre disfrutamos de unas maravillosas vistas en todas las perspectivas de la rosa de los vientos. Destaca el Mencal, los erosionados badlands y las cumbres blancas de Sierra Nevada.

Y a pocos metros nos topamos con un lugar lleno de espiritualidad, esa que emana de la conjunción entre la naturaleza y los milenios de historia. Podemos imaginar a generaciones y generaciones de personas subiendo allí buscando un sentido a sus existencias. 

En aquel lugar encontramos unos espectaculares petroglifos; los grabados se hallan sobre un grupo de cuatro bloques de arenisca rojiza que se alinean de norte a sur. Son marcas labradas en la arenisca de 4.500 años de antigüedad, probablemente utilizados para la celebración de rituales mágico-religiosos.

En el primer petroglifo observamos un amplio círculo que contiene en su interior cuatro cazoletas circulares; en el segundo hay una gran cazoleta, de 45 cm de diámetro por 10 cm de profundidad, de la que parten varias acanaladuras poco profundas. Los bloques tercero y cuarto contienen grabados muy similares, figuras cruciformes de brazos múltiples, dos de ellas con peana.

Para darle más encanto a este lugar, pocos metros bajo los petroglifos encontramos la antigua mina donde estos hombres y mujeres extraían el ocre que mezclaban con grasa para realizar sus dibujos.  

Regresamos a los Baños de Alicún haciendo un trazado diferente al de subida. 

Comenzamos la segunda vereda, la de la Chirlata para observar la acequia del Toril desde las alturas y acercarnos unos restos megalíticos. La iniciamos pasando por el Menhir de la Lluvia. 

Nos aproximamos a tres dólmenes, denominación que en bretón significa "mesa grande de piedra"; son construcciones de carácter funerario formadas normalmente por  varias losas hincadas en la tierra en posición vertical y una losa de cubierta apoyada sobre ellas en posición horizontal. El conjunto conforma una cámara y está rodeado un montón de tierra de sujeción, formando una colina artificial o túmulo. 

Estos restos, junto con los de Gorafe constituyen la mayor concentración de dólmenes que existen en Europa. La arquitectura de la Prehistoria tiene en esta comarca de los Montes uno de sus mayores exponentes gracias a los más de 200 megalitos.

La civilización que levantó estos megalitos floreció en torno al río hacia el 6.000 a.C. La posterior llegada de pobladores pertenecientes a la cultura de El Argar, 1900 a.C., y de los iberos de la Edad de Hierro (1000 a.C.) supuso una continuidad en la construcción de monumentos funerarios. 

Seguimos por una vereda un tanto perdida que baja entre los bloques de piedra y un olivar, llegando hasta el final de la Acequia del Toril. 

Con una trazado serpenteante de casi un kilómetro y medio ofrece un paisaje de original belleza.  El muro del acueducto del Toril, por su singular porosidad y humedad constante, se encuentra tapizado por una densa vegetación, entre la que destaca un endemismo de esta zona, el Limonium alicunense, adaptado a la salinidad de este entorno. Se ha creado por la naturaleza sin la ayuda del hombre, en el transcurso de los milenios (al menos tienen 3.600 años).

Nos detenemos para contemplar las caídas de agua, una de ellas conocida como las Cascada Verde.

Antes de recorrer las dos acequias y disfrutar de la sorprendente combinación de los chupones de hielo y el vapor que desprende el agua termal, nos acercamos al Dolmen de Alicún. 

Es inabarcable la cantidad de encuentros espectaculares que tiene esta ruta. Paisajes infinitos, lugares que nos trasladan milenios atrás o detalles como los delicados travertinos en construcción o la acumulación de chupones de hielo que se acumulan a los pies de la acequia. Y el efecto del agua al circular bajo el hielo, simulando pequeños insectos negros que bucean en el interior de un laberinto de hielo. 

En fin, una magnífica mañana inmersos en naturaleza e historia. Caminamos unos 10 kilómetros con un desnivel acumulado de 230 metros.

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